LVIII

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           30 de enero de 2022

Querida Julia:

Al final mi mamá ganó una de las tantas batallas con respecto a mi boda. ¿Cómo? El vestido que me mandaron a hacer era idéntico al suyo pero más feo (si es que eso era posible); no tengo ni ganas de describírtelo, sólo créeme cuando te digo eso. Es una lástima que me haya quedado con las ganas de quemarlo. Lo único bueno es que no lo usé más de tres veces, y eso fue cuando lo estaban confeccionando; luego se lo regalaron a mi sobrina Rosa y me imagino que lo tendrá alguien de su descendencia.

A ti te hizo mucha gracia verme tan frustrada debido a eso. Recuerdo que cuando me rendí, tú me susurraste al oído: «Si accedieras a estar conmigo, no verías ese vestido más nunca en tu vida». Y tenías mucha razón.

Con amor,

Isabel

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