LXXXIV

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31/03/2022

Tía Julia:

Hace un par de días, tía Isabel nos pidió escribirte cartas, narrando diferentes situaciones que hayamos pasado contigo. De este modo, tendrías otros puntos de vista sobre tu vida aparte del suyo. No entendimos al comienzo a qué se refería, para qué las necesitaba; nos explicó que desde hace casi un año está escribiéndote su historia a petición tuya. No me lo esperaba, creo que ninguno, de hecho; tengo entendido que sólo Alejandro estaba al tanto. Qué encantadora es tía Isabel, lo he creído desde siempre. Me parece algo muy romántico, aunque no vaya a ser efectivo; está tan esperanzada, tía, que nos da esperanzas.

Desde que me pidió escribirte, había estado dándole vueltas y vueltas, porque no se me ocurría nada. Tengo muchos recuerdos sobre ti, pero no sé cuál puede ser más importante que otro.

Lamentablemente, ayer sucedió algo e Isabel desde entonces no ha tenido fuerzas para escribirte, así que me pidió que te lo contara. Jamás creí que mi primera carta para ti traería una noticia tan devastadora.

Con mucho pesar debo escribir que mi hermano Andrés, tu sobrino, falleció la mañana de ayer. Lo enterramos hace menos de tres horas. No sé de dónde saco las fuerzas para escribirte, supongo que es porque se lo prometí a mi tía Isabel.

Hablé con él anteayer, pero no puedo recordar qué fue lo último que me dijo, imagino que habrá sido «Hasta mañana» o tal vez «Chao». No lo sé. No lo sé porque estaba más pendiente de un programa de arquitectura que pasaban en la televisión que de él. Tampoco puedo recordar la última vez que le dije que lo quería.

Ahora entiendo por qué las personas tienden a darles tantas vueltas a las últimas palabras de alguien. No sé por qué, pero es como algo importante; lo último que dijo, que hizo; no lo sé.

Mi hermano aún estaba joven, ¿sabes? Bueno, deberías saberlo, aunque lo olvidaste. En unos meses iba a cumplir 62 años. No aparentaba esa edad, quien lo conociera podía fácilmente calcularle casi 80 años.

No sé cuánto te habrá contado tía Isabel sobre él, tal vez como está escribiendo la historia de ustedes dos aún no nos conozcas. Suponiendo que no sabes nada de él, te contaré un poco.

Andrés Elías Villarreal Gómez nació el 23 de junio de 1960. Era hijo de Adriano José Villarreal López, tu hermano, y Patricia Alejandra Gómez Rojas de Villarreal. Desde que era pequeño le encantaban los animales, lo que más tarde lo llevó a estudiar Medicina veterinaria en la UCV7 entre 1978 y 1984.

Estando en Maracay (donde funciona esa facultad) conoció a Carla María Rodríguez, a quien cortejó incesantemente por un año hasta que ella aceptó salir con él. Sí, mi cuñada siempre fue un hueso duro de roer. Luego de graduarse, esperó un par de años mientras su prometida en aquel entonces terminaba la carrera de Derecho; después de eso, volvieron a la capital.

Se casaron en 1988, y casi dos años más tarde, luego de muchas pérdidas, nació su primera hija, Gabriela Judith, y siete años después nació mi sobrino Francisco Andrés, un auténtico dolor de cabeza.

Mi hermano era un buen hombre. Siempre eran los demás antes que él. Creo que en algunos momentos amaba más a los animales que a su propia familia. Sufrió mucho con la muerte de Crookshanks, aunque no lo demostró frente a tía Isabel. Era una persona bondadosa, leal y dedicada.

Nunca tuvimos esas típicas peleas de hermanos. Si yo hacía algo mal, él asumía la culpa, pero después me regañaba. Recuerdo que cuando Julián me rompió el corazón, él le retiró el habla para siempre.

Por Dios, lo extraño tanto, tía Julia. ¿Por qué se tuvo que ir? ¿Por qué tenemos que morir? ¡¿Por qué?!

Extrañándote siempre y con el corazón destrozado,

tu sobrina Judith

7 UCV: Universidad Central de Venezuela.

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