07 de febrero de 2022
Querida Julia:
El 21 de mayo visitamos el parque Rómulo Gallegos, mejor conocido como Parque del Este. Nunca he tenido las palabras adecuadas para describir ese lugar, lo único que te puedo decir es que es naturaleza, aire puro, belleza, verde, verde y más verde. Estaba rodeado de una gran variedad de flora y fauna proveniente de varias partes de mundo, y era simplemente hermoso.
Aquel día mi mamá había decidido ir por aquellos lares para visitar a una amiga que hacía banquetes para bodas. Después de probar un montón de comida (que yo haría mejor, pero no me dejaban cocinar para mi boda), alegué que me sentía un poco mal y quería ir contigo a tomar aire fresco; mi mamá accedió, ya que tenía años sin ver a la señora, y estarían contándose las novedades por un largo rato. Así fue como terminamos en Parque del Este un jueves por la tarde.
Había muy pocas personas, lo cual me agradó en demasía. Tomé tu mano sin problema alguno, no obstante, cuando veíamos a alguien acercándose, las soltábamos. Estábamos en un silencio cómodo, no teníamos nada qué decir y era perfecto, nuestra compañía y sonrisas ya decían lo suficiente. Nos sentamos bajo un árbol, escondido al final del lugar, donde veríamos a las personas antes que ellas a nosotras; recostaste tu cabeza en mi hombro y dejaste escapar un suspiro de entre tus labios, yo apreté más tu mano.
—Te amo, Isabel —susurraste, y sonreí ampliamente.
—También te amo, Julia. —Me aparté un poco para poder mirar tus hermosos ojos oscuros, tomé tu mentón para verte mejor—. Eres hermosa, Julia Villarreal, y no sabes lo orgullosa que me siento de que quieras luchar por mí —añadí, te sonrojaste bajando un poco la mirada—. Te amo —repetí.
Comencé a acercarme más a ti. Mi mano derecha era mi apoyo mientras la izquierda se acoplaba a tu rosada mejilla; tú, al contrario, tenías las dos manos a cada lado de tu cuerpo, sin saber dónde ponerlas. Nuestras respiraciones se mezclaron. Al notar la cercanía, aguantaste la respiración por unos segundos, intentando calmarte; mi corazón iba a miles de kilómetros por hora, sentía que me daría algo en cualquier momento. Tus párpados descendieron poco a poco, yo no quería seguirte porque prefería seguir viéndote. Observaba cada detalle de tu hermosa cara, tus labios estaban secos y tuve la suerte de ver cómo tu lengua salió un poco para mojarlos; quise besarte en ese momento, pero decidí alargarlo un poco más. Pude contar las pecas que tienes regadas en las mejillas y en la nariz, si no recuerdo mal, eran treinta y una en total. Frunciste un poco el ceño, imagino que no entendías por qué no unía nuestros labios aún. Una de tus manos se posó en mi pierna izquierda y la otra en mi costado derecho. Nuestras respiraciones estaban entrecortadas. Cerré mis ojos poco a poco a la vez que terminaba de eliminar la distancia entre nosotras.
Ese primer contacto... No tengo palabras para describirlo, Julia. Primero fue un roce leve y después, uno mayor. Toqué el cielo, mi rubia, te lo juro por Dios. Mi corazón detuvo sus latidos frenéticos, quedé sin respiración y lo único que sabía es que había encontrado mi lugar favorito en el mundo. Atrapé tu labio inferior entre los míos, tus manos presionaron con fuerza mi cuerpo. Nuestras bocas iniciaron una pequeña danza que yo desconocía en aquellos tiempos, se acoplaron a la perfección, se reconocieron. Me acerqué más a ti, necesitaba sentirte completamente. El ritmo del beso no aceleró ni bajó, se mantuvo todo el rato hasta que decidí terminarlo por nuestro bien (si no lo terminaba, amor mío, cedería a mis instintos o nos descubrirían).
Que fueras lo primero que vi al terminar ese maravilloso beso, fue increíblemente fantástico. Tus labios seguían entreabiertos, aunque ahora estaban húmedos y parecían un poco más grandes que antes; tus ojos brillaban con gran intensidad y me mirabas con muchísimo amor; tus mejillas estaban más rojas y parecía que acabases de correr una distancia considerable. Imaginé que yo estaba en las mismas condiciones. En ese momento, fui la mujer más feliz del cosmos.
Me levanté y tomé tu mano. Debíamos volver a la realidad. Te di un pequeño beso antes de abandonar nuestro escondiste y reunirnos con mi mamá.
Con amor,
Isabel
ESTÁS LEYENDO
Un minuto más
Storie d'amoreCombinando el presente y el pasado, Isabel hilará los diferentes hechos de su vida para poder narrarle, a través de cartas, su historia a su amada; recorriendo viejos caminos, pero esta vez sin compañía. Historia destacada en el perfil @FiccionGener...