Un minuto más

LXXII

02 de marzo de 2022

Querida Julia:

A Claudia no le sorprendió verme en su casa al llegar horas más tarde con sus hijos. Me llevó al despacho de Pablo, mientras tú acompañabas a los más pequeños para que se quitaran el uniforme. Cerró la puerta y me miró seriamente.

—¿Está segura de lo que decidió? —me cuestionó, cruzándose de brazos, y yo asentí sin dudarlo; ella no retiró su mirada de la mía hasta que sonrió levemente y me abrazó—. Me alegra que haya seguido a su corazón, Isabel. Sé que Julia la perdonará pronto, su semblante es completamente diferente al que tenía estos días; la ama y dejará pasar todo.

—Eso espero, de verdad —comenté un poco nerviosa—. Me preocupa muchísimo que sea una marca permanente y negativa en nuestra relación.

—No lo será. El amor hace cosas maravillosas. —Paseó por el lugar y se acercó a una de las tantas ventanas para abrirla—. Pablo no está al tanto de la verdad, es necesario que usted lo sepa. Le dije que Julia estaría con nosotros por un tiempo indefinido, que su familia la trataba mal; y usted... Él desde el comienzo se rehusó a que adelantaran el matrimonio, no es tonto y se dio cuenta de que usted no amaba a Arturo; así que, simplemente, usted enfrentó a sus padres y le dieron dos opciones: o se casaba o se iba.

»Debemos agradecer que sea tan buen hombre. Sabe que hay más detrás de lo que le cuento, pero, mientras que no haya problemas, a él no le interesará. —Volteó a verme sin quitar la pequeña sonrisa—. Usted y Julia dormirán en el cuarto de invitados. Mi casa es su casa, Isabel, no lo olvide. Sus aportes serán recibidos, pero no le vamos a obligar a darnos nada. Los niños estarán encantadísimos de tenerla aquí. Bienvenida a la familia.

Con amor,

Isabel