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27 de junio de 2022

Querida señora Julia:

Estoy preocupado por la señora Isabel. No le habla a nadie, no quiere salir de su habitación.

Cuando tuve que informar que usted había muerto en mi trabajo obviamente me asignaron a otra persona y no tuve casi noticia sobre su familia; no sé cómo pero el señor Emilio logró que me asignaran a la señora Isabel y volví a esta casa que ha sido mi constante estos últimos tres años. Lo primero que me dijo el señor Emilio cuando atravesé la puerta principal fue que la señora Isabel no había salido de su cuarto desde el día del entierro (que ellos supieran), algo que confirmé cuando miré alrededor y vi que todo estaba un poco abandonado. Es increíble cómo se puede asentar el polvo en dos semanas.

Solo llevo dos días de vuelta y no he visto ni un pelo de la señora Isabel, he intentado hablar con ella pero no hay solución; no me preocupo en demasía por ella, ayer en la noche escuché ruido en la cocina y para respetar su espacio no me acerqué. Por lo menos está comiendo y eso es lo importante, porque ella tiene que comer, por su salud.

Éste es mi método para intentar acercarme.

Señora Isabel, al terminar de escribir esta carta voy a deslizarla por debajo de la puerta, no sé si la vaya a leer o la lance a la basura o yo que sé, pero por favor, recuerde que nosotros estamos aquí y la apoyamos. No es fácil, todos extrañamos a la señora Julia, y lo que yo pueda decirle no será suficiente y lo sé. No se puede encerrar en usted misma, no es sano, apóyese en nosotros, no puede permitirse decaer, a la señora Julia no le gustaría y usted lo sabe.

Aquí voy a estar cuando decida hablarnos otra vez, tómese el tiempo que necesite.

Con todos mis mejores deseos,

Alejandro Vera

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