Un minuto más

XXXVI

01 de diciembre de 2021

Querida Julia:

¡Empezó diciembre! Qué felicidad, mi amor. Éste es nuestro mes favorito de todo el año, porque es cuando nuestra familia se reúne y estamos todos más cerca. Y, además, ¡es el mes de los regalos! Y si hay algo que te encanta, además de la música, son los regalos.

Hoy salimos de compras con Alejandro y Gabriela, quien tenía la tarde libre después de una guardia fuerte en el hospital. Me alegró muchísimo que todo haya ido bien, no hubo ningún inconveniente contigo. Quisiste pararte de la silla de ruedas apenas llegamos al centro comercial, claro que no lo permitimos.

—¿Por qué? —preguntaste, y tus ojos se aguaron, rompiéndome el corazón.

—Porque si se para y comienza a correr por todo el lugar, se va a cansar y nos tendremos que ir más temprano de lo previsto, y usted no quiere eso, ¿cierto? —Alejandro se hincó a tu lado y te tomó de las manos.

—No, no, no. No quiero eso. No. —Movías tu cabeza de lado a lado, negando fervientemente. No pudimos evitar reírnos un poco—. Pero quiero un helado.

—Me parece justo —acepté, y me sonreíste.

Te compramos primero tu helado y después paseamos por todo el lugar. Quisiste tomarte una foto con Santa Claus y él, sorprendidísimo, aceptó; Gabriela la va a mandar a imprimir para darnos una copia y ella quedarse con otra. Entramos a una juguetería para buscarle nuestros regalos y el del Niño Jesús a Ligia; tú te entusiasmaste al ver todos esos juguetes e insististe hasta que accedimos a comprarte una pelota y un par de muñecas.

Gabriela se tuvo que ir a las cinco de la tarde, puesto que a las siete entraba de nuevo al trabajo; nosotros nos quedamos un par de horas más, cenamos ahí, te comiste otro helado y nos fuimos. En el viaje de regreso, contabas emocionada cómo jugarías con Rufo y la pelota al llegar; menos mal desististe cuando te diste cuenta de lo cansada que estabas, porque no me imaginaba explicándote que Rufo murió hace más de veinte años.

Con amor,

Isabel