Trueque

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Nuevamente me encontraba caminando por los pasillos poblados de reclutas debiluchos mientras era acompañado por la presencia de Carlos y George los cuales permanecieron conmigo desde que terminamos con el entrenamiento que nos había regalado Catalina, no obstante, a pesar de terminar con ella nosotros nos quedamos descubriendo que podíamos hacer y definitivamente... estar en Rango 1 es un sentimiento demasiado genial, diría que es casi renacer ya que no es lo mismo a antes de perder mis habilidades por el batido.

Esos cambios que experimenté en la transformación no fueron borrados a excepción de mi cabello el cual poco a poco volvió a ponerse liso y suave como lo era antes, aunque conservaba algunos pelos que eran de color celeste levemente oscuro, no se notaban del todo. Por otra parte, las líneas que tenía en mis brazos las cuales también aparecieron en mis pies y piernas hasta llegar a las rodillas siguieron ahí, además de mis ojos que de un café apagado se transformaron en un café claro bastante vivo, cosa que también cambió mi actitud y por la gran emoción que tenía no podía borrar la sonrisa que mi rostro. Pero a pesar de todo ese ánimo había algo que no me dejaba estar tranquilo; solo tenía el sentimiento negativo que producía miedo al imaginarme intentando activar el Rango 1 al día siguiente pero sin obtener resultados, esos pensamientos eran lo único que se interponían en obtener mi felicidad al cien por ciento.

Dejando de un lado lo mío y mis pensamientos, caminaba a paso rápido debido a que no me había topado con el resto de mi equipo en la habitación; al llegar solo encontré todo ordenado pero sin sentir ninguna presencia visual de ellos, seguramente fueron a cenar temprano ya que tratándose de un viernes sirven comida chatarra como pizzas, hamburguesas, tacos, y todo tipo de comida que puedes encontrar en un centro comercial... además del postre que siempre es diferente, aunque en todos los casos exquisito. También nos permiten como motivo de descanso charlar y quedarnos hasta tarde sin pasarnos de la hora máxima que serían las dos de la mañana; pues a pesar de tener un descanso de la rutina no nos quita el hecho de que los sábados sufrimos de entrenamiento intensivo para el domingo quedar totalmente exhaustos y no armar alborotos, aunque eso nunca nos lo impide el cansancio. Si fuera por todos nosotros también seriamos holgazanes como el resto de algunos grupos, pero tenemos una meta que cumplir y no descansaremos hasta lograrlo.

Ya al entrar en la zona de comida inmediatamente divisé a mi equipo sentados en nuestra respectiva mesa con cuatro cajas de pizza al rededor. No perdí tiempo y me acerque a paso rápido llamando la atención de algunas personas que me observaban caminar todo desesperado por encajarle los dientes a esos pedazos de pizza.

- ¡Sí! ¡Chunga tu madre! - Dije al sentarme de golpe llamando la atención de todos pero provocando risas en mi grupo debido a la burlona indirecta al acento de Karina. Ella me observaba con un rostro amenazante y disgustada por mi presencia.

- No se dice así...

- ¿Entonces como, Ranita? - De inmediato todos comenzaron a provocar una pelea y Karina puso sus manos en la mesa con mucha autoridad mientras se inclinaba hacia adelante para quedar más fuerte cerca de mí.

- ¡Chinga... tú madre! - Aun así sin lograr entender lo que decía, me sentí bastante ofendido por la mirada fría que tenía en su rostro, cosa que me hacía saber lo mucho que le disgustaba mi presencia. Esto es así desde aquel día que desperté con esa sabana de lobo en la camilla de la habitación donde me estaba curando... sabana que ahora que lo recuerdo, está en mi habitación y la he usado para dormir... que extraño. Sea como sea el caso, no es algo importante. Seguramente fue alguna enfermera.

- ¿Sigues alterada por lo de ayer?

- No se me a pasar tan fácilmente. Eso obtienes por decir que soy muy sentimental.

Elegidos [pausada :(] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora