86•Arrogancia

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Abrí los ojos, juré que había dormido demasiado y Spencer de seguro ya quería irse, era probable que necesitara moverse debido a que estaba en la misma posición hace mucho tiempo y debería dolerle la espalda. Pero no me encontré con lo que esperaba, estaba todo oscuro y sé que al menos en esa habitación se filtra luz del pasillo porque siempre estaba encendida de manera tenue. Traté de moverme pero parecía estar presa de algo que envolvía mis extremidades, cuando la espalda me chocó con una superficie dura, supe que no estaba acostada sino que sobre mis glúteos por lo que comprendí a duras penas la situación.

Traté de llamar a Spencer, pero mis labios estaban pegajosos y no podía abrirlos de ninguna manera. Me moví tratando de salir de donde estaba pero no logré absolutamente nada, solo unos magullones en las muñecas.
Las luces se encendieron pero de todos modos había algo sobre mi cabeza que rozaba mi mejilla y me oscurecía la visión, vi una figura humanoide frente a mi, estábamos en la misma posición, ambos en una silla atados y ¡un segundo! Era Spencer ¿Que demonios fue lo qué pasó?.

Traté de decirle algo, de llamarlo, solo quería escuchar su voz un momento, pero por lo que tenía en mis labios eso me era totalmente imposible.

Oí que una puerta se abrió y giré mi cabeza hasta la fuente del sonido, observé otra figura humanoide, pero esta estaba de pie frente a nosotros, sentí como el corazón dejó de latirme normalmente y comenzaba a subir poco a poco por mi garganta posándose allí, algo malo ocurría y no podía deducir qué era en particular. Se acercó a mi y apreté las manos, tenía mucho miedo, estaba aterrada, mi respiración era rápida y los ojos se me llenaron de lágrimas, era el mismo sentimiento que tenía cuando mis padres llegaban a casa. Tomó lo que sea que tenía sobre la cabeza y me lo quitó, la luz brillaba demasiado y me dolió la vista por lo que tuve que pestañear para deshacerme de la molestia. Luego se acercó a la persona que estaba frente a mi y pude corroborar que si era Spencer, sus ojos demostraban terror, pasaron de ser unos pacíficos ojos verdes a un manojo de nervios que se movían de allá para acá tratando de buscarle una razón a todo esto, de todos modos tenía sobre los labios una cinta adhesiva. Sus ojos se posaron en mi, compartimos una mirada y no sabía que pensaba, pero de seguro estaba muy asustado, tal vez más que yo.
Volví la vista hasta el sujeto que nos tenía cautivos y analicé sus rasgos, tenía alrededor de unos cuarenta y tantos, los ojos eran de color celeste, su cabello demostraba algunos signos de la edad, era de contextura delgada y vestía solo de negro.
Traté de hablar pero obviamente no salió ninguna palabra, más bien solo fueron sonidos ahogados que no tenían ningún sentido y se oyeron realmente mal al no poder ser descifrables ni entendibles.

—¿Qué dijiste bonita? —preguntó alzando ambas cejas mientras ponía los puños sobre sus caderas. —Ceo que no te oí, espera. —Se acercó y tiró de la cinta tan bruscamente que sentí que la piel de mis labios iba a salir junto con esta, cuando la quitó algo caliente bajó por mi barbilla, era algo de sangre. —Ahora sí, repítelo.

—¿Qué hacemos aquí? ¿Quienes son? ¿Qué quieren? —pregunté sintiendo como la saliva de mi boca se mezclaba en parte con la sangre que estaba cayendo.

—Las preguntas las hacemos nosotros, ustedes no están en posición alguna para poder negociar, solo porque soy buena persona no los tengo ahogándose en una caja como Houdini porque podría estar haciéndolo perfectamente. —Se alzó de hombros desinteresado en el asunto.

—Tienes que decirnos al menos porque estamos aquí, no creas que te diré algo si no me dices cosas —dije mientras me tiritaba la barbilla, tenía muchísimo miedo de lo que pudiera pasar, pero no tenía que aparentarlo.

—Es exacto preciosa, necesitamos que tú respondas, no él. —Se quedó detrás de Spencer y le puso las manos sobre los hombros. —Él en este caso es la garantía de que hablarás, sino lo haces, él sufre, no tu, y sabemos que te duele más que le hagan daño a él que a ti. —Spencer me observaba atentamente tal vez queriendo pedirme que hiciera lo que dijeran, nada más que eso.

119 Días Antes [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora