2°Individualismo

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Jamás pensé que una barra de chocolate rellena con frutilla podría causar tales síntomas, ahora que sé realmente cuál era el contenido jamás las hubiera comprado, y mucho menos se las habría dado a mi familia. Las barras escondían un metal pesado, el fin de esto era solamente matar y torturar al que lo ingiriera con los síntomas tan desagradables.

Mamá y Tessie despertaron con náuseas, vómitos y unas diarreas que a ambas las mantenieron en el baño durante horas. En ese entonces me preguntaba porqué yo no tenía aquellos síntomas, mamá los asoció con un cuadro viral y a pesar de nuestro enojo me hizo tener los mayores cuidados posibles incluso usábamos diferentes utensilios de cocina, los míos estaban escritos con una "S" en el mango, los de Tessie con una "T" y así sucesivamente.

El primer día los síntomas se parecían mucho a los de una gripe cualquiera por lo que no me alarmé más de lo necesario con estos casos, solamente procuré lavarme siempre las manos.

Tessie lloraba por el dolor de estómago y yo era el que la calmaba, tomándola entre mis brazos y meciéndola como si fuera un bebé.

—¡Aaaaaay! —Se quejaba ella mientras lloraba y yo la mecía suavemente.

—Shhh —intenté calmarla pero todo lo que hacía parecía ser inútil.

—Spens —murmuró mientras algunas cristalinas lágrimas bajaban por sus pálidas mejillas, esto se debía a que nada podía estar en su estómago más de diez minutos antes que lo vomitara, ni siquiera el agua, mucho menos los remedios que podrían quitarle los dolores.

—Shhh. —Proseguí con mis intentos por calmarla mientras le acariciaba el cabello con delicadeza.

Esa tarde no fue la mejor, Tessie lloraba y mamá se aguantaba el dolor, no sabía qué hacer, yo no era médico como para poder haber detectado el cuadro a tiempo, estaba de vacaciones y mi carrera en la universidad no se basaba exactamente en la salud, de hecho, era todo lo opuesto.

Mamá estaba muy mal y Tessie también, a ambas las metí en el auto y las llevé a la clínica más cercana, conduje como lunático e irrespeté todas las leyes de tránsito. Un fugaz pensamiento corrió por mi mente, Margo, no la había llamado, pude haberlo hecho justo en el momento que supe que tenía su número, dejé que las cosas pasaran. Me prometí una cosa a mi mismo, que a penas resolviera todo lo que involucre a mi familia voy a marcar su número y voy a hablar con ella hasta que se me seque la garganta y se me acabe toda la saliva disponible.

Me detuve en el estacionamiento de la clínica, tomé a Tessie en brazos pero mamá insistió en que no tenía que ayudarla y que ella podía ir sola. Caminamos hasta la entrada, al ver la sala de emergencias me di cuenta que no éramos los únicos en esta situación, habían millones de personas adentro esperando por atención médica, algunas estaban sentadas en los asientos, otras de pie aguantándose los dolores y otras yacían en el suelo retorciéndose y poniendo las manos en su estómago tratando de evadir los insoportables malestares que experimentaban.

—Spens —dijo Tessie de manera quebradiza, la miré, estaba pálida, con los labios rajados, noté que ya estaba en estado febril y aparentemente el área pediátrica estaba tan repleta como en la que nos encontrábamos.

—Shh pequeña. —La mecí en mis brazos notando como todos los demás padres hacían exactamente lo mismo, y les estaban secando las lágrimas calmándolos de la manera que pudieran porque parecía que no había forma de acallar los dolores.

—Spencer —dijo mamá mirando la pantalla de la televisión que estaba colgada del techo proyectando la imágen hacia la sala de espera como distracción de lo que realmente estaba pasando.

—¿Qué? —pregunté sin verla a ella realmente, solo podía ver a Tessie retorcerse de dolor en mis brazos.

—Mira, Margo está en la televisión de nuevo. —Estiró el dedo señalando a la pantalla.

119 Días Antes [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora