56°Apatía

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—¿Te envió Blaine o viniste por que sí? —preguntó Margo sentándose en la cama mientras Aton encendía la luz y ella pasaba una mano por su cabello.

—No de hecho le pregunté si podía entrar. —Ella asintió con la cabeza a la vez que el muchacho permanecía de pie hasta que vio un pequeño asiento a un costado de la cama de la muchacha y se sentó allí. —¿Pensaste que me había enviado?.

—Si, Blaine a veces hace eso. —Sonrió levemente sin enseñar sus dientes. —Aton, deberías estar con tu mamá, salió antes del trabajo por tí.

—De hecho vine porque ella está durmiendo y probablemente duerma hasta mañana así que no conversamos mucho. —Sonrió notando un poco la tristeza contenida en el rostro de Margo y se preguntó desde cuando la contenía, alguien no estalla de ese modo solo por una discución. Si, Blaine solía tratar solo con hombres y era de igual a igual pero Margo es más sensible y probablemente no lo consideró. —Mamá me dijo que mañana te llevara a cenar.

—Es un halago enserio pero por el momento estoy encerrada en estas cuatro aburridas paredes —afirmó ella observándolas con detención. —Las de mi casa son iguales —murmuró inspirando pesadamente.

—Has que dejen de ser aburridas entonces —propuso Aton pero su propuesta no fue oída. —¿Quieres hacer algo? —preguntó tratando se subirle el ánimo.

—Estamos hablando en otras palabras estamos haciendo algo —respondió observando su pie.

—Puedo ir por las cartas y así probablemente prestarías más atención.

—Te estoy escuchando, pero me dieron demasiados calmantes porque aparentemente llegué algo alterada al hospital. —Se alzó de hombros. —¿Aún no comprendes el truco?.

—¿De qué? ¿La ecuación esa de la que hablaste?. —Frunció algo el ceño.

—Bueno, si, pero tengo o tenía la capacidad de memorizar las cartas que recogían o botaban así calculaba cuales eran las que estaban en el mazo. —Se alzó de hombros. —No tengo permitida la entrada a las Vegas. —Sonrió con algo de nostalgia.

—¿Entonces no tengo oportunidad de ganarte? —preguntó pero ella parecía no darle respuesta alguna.

—Podrías intentarlo ahora, estoy dopada y mi actividad cerebral de seguro ha bajado un montón. —Aton sonrió pensando en que no era una buena idea.

—¿Quieres que te deje sola? —preguntó dispuesto a irse si ella así lo deseaba.

—Si quieres puedes quedarte, es reconfortante oír a alguien más que tu propia conciencia o el latido de tu corazón. —Se alzó de hombros con los ojos rojos pero no exactamente por cansancio, era porque había llorado y eso la delataba.

—¿Estás segura que no quieres que te deje sola? —le preguntó tratando de estar seguro para permanecer allí adentro.

—¿Sabes? Siempre estoy sola entonces si te vas no es importante porque no me voy a sentir mal ni nada, no tienes que estar obligado ni social ni moralmente. —Miró a través de la ventana esperando ver las estrellas pero estaban ocultas e invisibles a su vida.

—Oye, te lo pregunto por que puede que te sientas más cómoda sola y no te quiero molestar —le dijo Aton de manera suave pero solo vio a Margo batallando por no liberar lágrimas, es como si hubiese colapsado y solo pudiera sostenerse sobre pequeños pilares que aún mantenían su peso de manera inestable. —¿Almorzaste?. —Ella negó con la cabeza.

—No tengo hambre de todos modos —afirmó levantándose de la cama pero Aton se puso de pie tomando a Margo por la cintura y la acostó de nuevo en la cama.

119 Días Antes [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora