Los Últimos Reyne II | Fanfic GOT

XVIII. El Campeón

Kings Landing

Alaric Reyne le había pedido un gran favor a Oberyn Martell antes de morir: que lo ayudara a encontrar a su amante, Aleah, y a su hijo Lorean.

—Debió volver a Essos —dijo Alaric— Le he enviado cartas a todos mis conocidos allá, pero ninguno ha podido darme razón de ella o de nuestro hijo.

—¿Y por qué no vuelves allá? —le preguntó Oberyn en ese entonces— Es más fácil buscar a alguien si están en el mismo continente.

A Alaric le pareció una buena idea, iría a las Ciudades Libres con su hija Lyah y con su otra hija, Ellys, si es que podía recuperarla. Pero murió antes de ver realizados sus sueños. Y el hijo perdido, siguió perdido en un continente lejano. Por lo menos hasta que Oberyn en persona, fue a indagar sobre él.

No fue fácil encontrar razón de Aleah, los que la conocían, decían que había enloquecido y que se terminó suicidando después de volver de Westeros. Del niño se sabía aún menos, tardó casi seis años en tener una pista concreta del paradero de Lorean Reyne. Su madre lo había dejado al cuidado de unos traficantes de especias en la Bahía de Esclavos que eran sus parientes lejanos. Nunca volvió por él, y el muchacho creció entre las calles, como un ladronzuelo de cuarta, arrebatando frutas de los mercados o pescados frescos en los muelles. Le decían "La Rata", por su habilidad para escabullirse por los rincones más inhóspitos de la ciudad, y porque había usado una alcantarilla para escapar de unos esclavistas cuando trataron de venderlo como carne para leones.

—Es un muchacho fuerte, le he enseñado todo lo que sabe —le dijo sonriente, el tío de Lorean, cuando Oberyn pudo hallarlo.

Él no se presentó como un príncipe de Dorne, sino como un comerciante de telas que conocía a Aleah. En ese momento el jovencito no se encontraba en la casucha, pero el hombre que lo recibió trató de ser lo más amable que pudo.

—¿Usted le enseñó a ser un delincuente?

—¡Yo le enseñé a sobrevivir!—replicó airado— Si La Rata sigue viva, es gracias a mis consejos. Estoy pensando en enviarlo a Westeros, su rostro ya es demasiado conocido por aquí. En Kings Landing conseguirá presas más grandes —carcajeó el hombre.

—Si lo capturan lo enviaran a una celda negra hasta que se pudra —le advirtió el príncipe.

—He pensado en todo eso —parecía seguro de lo que hablaba— Tengo mapas de las celdas, lo he instruido, si lo capturan, sabrá como escapar.

«Si trata de escapar le van a terminar cortando la cabeza». Pensó Oberyn.

—Esta vida... No es adecuada para un niño, por el cariño que le tuve a Aleah, permítame llevarlo conmigo —le ofreció Oberyn— Será mí pupilo.

—¡Dioses, no! —exclamó el hombre— La Rata me pertenece, y él es feliz aquí. No irá a ningún lugar. ¿Quién me traería las ganancias que consigo con él?

Oberyn sacó un saquito lleno de monedas de oro, eran más de las que el haber había visto en toda su vida, y por un instante estuvo tan maravillado, que pensó que podría aceptar. Pero no lo hizo.

—Ésto y más me traerá de los westerossi —aludió— Agradezco su oferta, pero mi querido sobrino no está en venta. Por favor váyase antes de que él regrese.