Los Últimos Reyne II | Fanfic GOT

XXXI. Sodomía

Kings Landing

Aunque le dijeran que ella no era una prisionera en el Septo, no podía sentirse de otra forma.

Los gorriones encerraron a Ellys en un pequeño salón ubicado detrás del altar con las estatuas de los Siete.
Allí también estaba la Reina, no Cersei, sino Margaery. Con el cabello castaño adornado por bucles altos que caían hasta su cintura y un bonito vestido color marfil con pedrería. Tenía la cara roja por haber estado llorando, de rabia e impotencia.

Corrió a abrazar a Ellys en cuanto la vio.

—Encerraron a Loras esta tarde mientras entrenaba  —sollozó— Les ordené que lo soltaran, pero ese Gorrión Supremo dice que no responde ante los reyes, sino sólo ante los dioses. ¿Por qué te han traído aquí?

«Porque fui traicionada.»

—No lo sé... Dicen que debo testificar contra Loras.

No lo haría. Si Loras había sido capturado, significaba que los Tyrell no tenían nada que ver con las conspiraciones de Cersei. Ella estaba usando a esos fanáticos para deshacerse de todos los que estaban en su contra.

—Mi hermano te estima —dijo Margaery— ¡No puedes hacerle eso!

—Y no lo haré —replicó— Además el delito del cual lo acusan es una... Tontería.

—Sodomía —gruñó entre dientes— Todo esto es cosa de Cersei, ella trata de perjudicar a mí familia haciéndole daño a su heredero. Pero no va a lograr nada, cuando salgamos de aquí me voy a encargar de que la envíen tan lejos como sea posible. No me importa hacer que se case con un simple barquero con tal de tenerla a miles de leguas de Kings Landing.

La Reina joven hablaba con una seguridad contagiante.

La siguiente en llegar fue Lady Olenna Tyrell, recién acaba de regresar de Highgarden, y en las puertas del Red Keep le contaron sobre la terrible situación de su nieto.
Margaery corrió a abrazar a su abuela, Ellys oyó como la anciana trataba de tranquilizarla.

—Eres la Reina de los Siete Reinos —dijo Lady Olenna— Tienes más poder en un meñique que ese Gorrión en todo el cuerpo.

La Reina de Espinas tomó un asiento al lado de Ellys. Le agradeció a la muchacha por querer apoyar a su nieto.

«Tampoco es que tuviera otra opción.» Pensó con culpa.

Debía salir de ahí cuanto antes, Harwyn estaba solo y sus siervas no sabían que Lorean era un traidor. A saber que más le prometió a Cersei.

Las puertas del salón volvieron a abrirse, esta vez fue Cersei la que ingresó. Estaba acompañada de un hombre de aspecto sucio, que no llevaba zapatos ni joyerías.

Detrás de ellos venían alrededor de veinte gorriones armados, dos de ellos sujetaban a Loras, cada uno de un brazo, lo llevaban a rastras hasta el centro del lugar del juicio.

—¡No pueden tratar así a mí hermano! —rugió Margaery— Es el heredero de Highgarden y les exijo que lo traten como tal.

El anciano que había entrado con Cersei sonrió con los labios cerrados.

—Para los dioses no hay herederos ni posesiones —dijo él— Sólo existen los santos y los pecadores. Y no creo que su hermano sea un santo, Alteza.

—¿Y usted sí? —preguntó Lady Olenna— Ya que delibera juicios con tanta prontitud, supongo que debe considerarse a si mismo un santo.

—El juicio de Ser Loras será rápido porque tenemos todas las pruebas que necesitamos.