LXV. El Titiritero

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Dorne

Mientras la vieja Ellyn hablaba, Lorean sólo evocaba sus viejos recuerdos. Mucho antes de llegar a Westeros, antes de ser contratado por Renly Baratheon y de conocer a Ellys.

Pensaba en la vida de mierda que llevaba en Essos cuando era apenas un niño de la edad de Harwyn.

Vivía cerca a la Bahía de Esclavos, con su tío Aeron y sus ocho mujeres. Tenía tantos primos que no recordaba el nombre ni de la mitad de ellos. Seguro ellos tampoco recordaban el suyo, su tío lo había apodado "La Rata", y hasta los doce años, “La Rata” fue más nombre para él, que Lorean.
En su hogar se hablaba poco de las alegrías diarias, Aeron prefería vivir añorando el pasado perdido de sus ancestros Targaryen. A Lorean no le interesaba la historia de los dragones, él prefería los cuentos siniestros de Danelle “La Loca” Lothston, quien, según decían, se convertía en un murciélago gigante que buscaba niños para sacrificarlos a los dioses oscuros.

Si a veces, veía a su tío de buen humor, se animaba a preguntarle por su madre, y siempre obtenía la misma respuesta:

—¡Se largó! era una puta loca que se la vivía llorando y quejándose por todo.

Aeron nunca le dijo como se llamaba. Pero antes de dejar el continente, Lucy, una de las esposas de su tío, le confío la identidad de su madre: Aleah.

Estuvo bien con eso. Era más de lo que necesitaba. No quería saber el nombre de su padre. Si Aeron estaba en lo cierto, y Aleah era una puta, su padre podía ser cualquier hombre.

Pero no era cualquier hombre. Su padre era un Reyne. El último Reyne sobreviviente de Castamere, heredero de grandes fortunas sumergidas entre cadáveres, señor de las minas de oro rojo del Oeste... El padre de Ellys.
Se preguntó si ella ya lo sabría, ¿que tan mal se sentiría al respecto?, ¿le habría dicho ya a su esposo que ambos compartían el gusto por dormir con sus hermanos?

—¿Se lo dijiste a ella? —le preguntó con voz rasposa a Ellyn.

—¿Hablas de Ellys? —preguntó a su vez la vieja. Lorean asintió— No. Yo no le he dicho nada, pero tal vez su madre...

«Jeyne Frey... Ella siempre supo quién era, por quiso que me mataran.»

La recámara que los sirvientes del príncipe Doran le habían proporcionado, era ventilada y espaciosa. Estaba en una estructura alta con vista al mar. Desde su ventana pudo ver a una docena de barcos anclados en la bahía. Los que tenían velas violetas iban a Essos, eran mercantes de vinos. Fue en un barco de esos que llegó a Westeros años atrás. Tal vez ahora, uno de ellos, podía llevarlo de regreso al lado de su familia.

«Mi familia...» Bufó. Esa gente nunca había sido su familia. Llevaban su sangre y compartían la mesa, pero Aeron sólo lo usaba como buen ladrón, y sus tías eran mujeres amargadas y poco amables. Su familia no estaba del otro lado del Mar Angosto, estaba justo ahí, en Westeros, en esa habitación.

—¿Tú hiciste que me sacaran del Septo? —tenía miles de preguntas, sólo iba soltando las más sencillas.

—No fui yo —Ellyn suspiró— Como te dije, hasta hace muy poco no sabía nada de ti. Pensé que Ellys era todo lo que quedaba para mi Casa... Y entonces recibí una carta del príncipe Doran. Me pedía que viniera al sur, que tenía algo importante que decirme —sonrió— Nunca había recibido una carta del príncipe, así que la noticia debía ser algo de verdad urgente. Aproveché que mí ausencia estaría justificada por la boda de Walder Frey e hice que un barco me trajera hasta aquí.

—¿Entonces quién me ayudó a escapar? —inquirió el joven— ¿Los Martell?

—El Príncipe Doran —afirmó ella— No sé cómo lo hizo, pero se aseguró de tu bienestar.

Los Últimos Reyne II | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora