XXXIV. La Doncella En La Nieve

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El Norte
Winterfell

La chimenea estaba llena de una ceniza negra y fría, la habitación sólo estaba calentada por las velas. Cada vez que una puerta se abría sus llamas oscilaban y se estremecían. La novia también estaba temblando. La habían vestido con lana blanca adornada con encajes. Sus mangas y su corpiño tenían cosidas perlas de agua dulce, y en sus pies llevaba unas zapatillas blancas de piel de alce, bonitas pero no cálidas. Su cara estaba pálida, sin sangre.

«Un rostro esculpido en hielo», pensó Theon Greyjoy mientras colocaba una capa de piel adornada sobre sus hombros. «Un cadáver enterrado en la nieve.»

—Mi lady, es hora

Al otro lado de la puerta, la música los llamó, laudes, gaitas y tambores.

—Debe tomarme del brazo, o Lord Ramsay me castigará.

—¿Crees que me importa lo que pase contigo? —respondió Sansa con desprecio.

No lo tomó del brazo, ni al salir de la habitación, ni al adentrarse en el bosque de dioses. Ella vestido de blanco y gris; él vestía de negro y oro, con la capa atada a su hombro por un kraken de hierro ordinario que un herrero había unido a martillazos para él.

Cruzaron la puerta de piedra en forma de arco, mientras volutas de niebla se agitaban alrededor de sus piernas. El tambor era tan trémulo como el corazón de una dama, las gaitas dulces y altas dieron la señal para que se acercaran.

Theon Greyjoy no era un extraño en este bosque de dioses. Había jugado aquí cuando era un niño. Más tarde, mayor, había puesto en remojo sus moratones en las aguas termales tras muchas horas de las sesiones en el patio con Robb, Jory y Jon Snow. Entre esas bellotas y olmos y pinos soldados había dado su primer beso. Y luego, ahí mismo había besado a Ellys y la había hecho suya todas las veces que tuvieron oportunidad.

«Fue poco tiempo... Estuvimos juntos por poco tiempo.»

Había un camino vulgar, un sendero serpenteante de piedras agrietadas cubiertas de musgo, medio enterradas bajo la suciedad y hojas caídas traídas por el viento y que raíces marrones que salían desde el suelo habían hecho más peligroso. Guió a la novia a lo largo de él.

En todas partes una antorcha ardía con avidez, proyectando su brillo rojizo sobre las caras de los invitados a la boda.
El arciano apareció frente a él, sus huesudas ramas abiertas de par en par. Sobre el ancho y blanco tronco las hojas caídas en montones rojos y marrones. Ramsay Bolton se encontraba de pie bajo sus raíces, vestido con unas botas altas de un suave cuero gris y un jubón de terciopelo negro con rallas oblicuas de seda azul brillante. Una sonrisa bailó por su cara.

—¿Quién viene? —sus labios estaban húmedos, su cuello rojo por encima del collar— ¿Quién viene ante Dios?

Theon contestó.

—Sansa de la Casa Stark viene aquí para ser casada. Una mujer crecida y florecida, legítima y noble, viene para rogar por la bendición de los dioses. ¿Quién viene a reclamarla?

—Yo —dijo Ramsay— Ramsay de la Casa Bolton, heredero de Fuerte Terror. La reclamo. ¿Quién la entrega?

—Theon de la Casa Greyjoy, quien fue pupilo de su padre —se volvió hacia la novia— Lady Sansa, ¿tomará a este hombre?

Los Últimos Reyne II | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora