LXI. La Torre De La Viuda

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Islas De Hierro

-¿Quién eres? -se apresuró a preguntarle.

El hombre temblaba violentamente bajo sus ropas raídas. Era un anciano, nadie le consideraría atractivo. Había visto espantapájaros con más carne. Su rostro era una calavera con piel, su pelo escaso y mugriento. Y apestaba. Su mera visión llenaba a Yara de repugnancia.

Él alzó los ojos.

-Hermana. Ves. Está vez te he reconocido.

El corazón de Yara dio un vuelco.

-¿Theon?

Sus labios se curvaron en lo que debía ser una sonrisa. Había perdido la mitad de sus dientes, y la otra mitad estaban rotos y astillados.

-Theon -repitió él- Soy Theon.

Cuando su tío Rodrik le dijo que su hermano había llegado a las costas; pensó que se trataba de una broma cruel. Hacía años que lo daba por muerto. Y tal vez lo estaba, porque aquella criatura era muy diferente al joven con exceso de orgullo que llegó a Pyke ofreciéndole una corona a su padre.

-Ramsay Bolton le hizo saber a todos que habías muerto -le dijo.

Theon se estremeció al oír ese nombre.

-¿Él te envío?

Él sacudió la cabeza en negación.

-Escapé -masculló.

-Ah... Bien, escapaste. Y llegaste aquí justo antes de la reunión de sucesión. ¿Qué quieres? -preguntó- ¿Vienes a ser rey?

-Vine porque las Islas son mi hogar -susurró su hermano.

-¿Y por qué no fuiste a Pyke? -le preguntó, hosca.

Aunque en realidad, sentía alivio de que Theon hubiera llegado a Diez Torres.
Ella llevaba viviendo ahí desde la muerte de su padre, cuando su tío Euron se apoderó de la Silla de Piedramar.
La mitad de los hombres que alguna vez fueron leales a Balon Greyjoy, ahora le eran leales a él; y la otra mitad, había navegado con ella a los dominios de los Harlaw. Hasta que la reunión de sucesión fuera acordada.

Sin duda alguna, si Theon desembarcaba en Pyke, su tío lo habría asesinado. Si la hija de su hermano era un peligro para su reinado, el único hijo varón lo era aún más.

-El barquero me dijo que estabas aquí... Yo... No tenía a dónde ir -titubeó.

Los nacidos de hierro no eran conocidos por ser llorones sensibles. Yara no recordaba haber llorado ni siquiera por la muerte de sus hermanos mayores o de su padre; pero la visión de un Theon destrozado, le formaba un nudo en la garganta.
Él había sido un niño gordo y travieso, era el más cercano a su edad así que ambos solían jugar en el castillo. Cruzaban los puentes a empujones, hacían carreras para ver quién llegaba primero a los aposentos de su madre.
Cuando su padre perdió la rebelión, y su hermano fue arrancado de las Islas, ella lloró por su partida. Pasó días y días llorando, hasta que se quedó seca y no volvió a derramar lágrimas, hasta ese momento.

«Lloré cuando se fue, ahora lloro por su regreso.» Se sentía estúpida, tuvo que darle la espalda para no seguir soportando su imagen.

-El tío Rodrik me dijo que nuestra madre está aquí -dijo Theon.

-Está aquí, en la cama, como siempre -replicó Yara- En la Torre de la Viuda.

«Para variar.»

La Torre de la Viuda recibía aquel nombre por su tía. Lady Gwynesse había regresado a casa para llorar a su difunto esposo, que había muerto en Isla Bella durante la primera rebelión de Balon Greyjoy.

Los Últimos Reyne II | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora