XLV. El Largo Adiós

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El el muelle estaba el príncipe Doran y su hijo Trystane, el joven no dejaba de abrazar y darle besitos cortos a Myrcella, prometiendole que volverían a verse muy pronto, y que después de su boda, ni la Reina ni nadie los separaría.
Jaime aguardó en silencio hasta que el bote llegó a la orilla. Areo Hotah apareció con Bronn maniatado, lo traía directamente de las celdas de los Jardines de Agua.

—Usted golpeó a un príncipe—dijo Trystane Martell, volviéndose hacia Bronn— Debería cortarle la mano por eso —le dedicó una sonrisa socarrona— Pero prefiero que reciba un castigo de igual magnitud.

Le hizo una señal a Areo con la mano, y el guardia le dio un golpe en la cara a Bronn, tan fuerte que le hizo caer de bruces.

El mercenario se puso en pie y se limpió las gotitas de sangre que resbalaban por la esquina de su boca.

—Ahora que su sirviente ha sido liberado, nosotros estamos en paz —dijos serenamente el príncipe Doran.

—Se lo agradezco —respondió Jaime.

Bronn le lanzó una mirada gélida, era un hombre sin vergüenza ni pudor, pero le molestaba sobremanera ser llamado "sirviente". Le hizo una reverencia torpe a los Martell y se subió al bote a zancadas.

Antes de que Jaime y Myrcella abordaran, Ellaria Sand llegó a lomos de un caballo bayo. Desde que el Lannister había llegado a Dorne, ella se marchó a Sunspear para reunirse con las Serpientes de Arena. Él tenía muchas preguntas que hacerle, esa mujer sabía quien era el bastardo de Alaric Reyne, pero estaba seguro que esa no sería una información que soltaría tan fácil.

—Lord Jaime... —dijo Ellaria— Me alegro de haber llegado a tiempo, no quería que se fuera con una mala opinión sobre mi.

—¿Le importa mucho la opinión que tenga sobre usted?

—En lo más mínimo —sonrió— Pero como le dije el día que hablamos, no quiero entrar en una guerra contra ustedes. Respeto su valentía por haber venido hasta aquí, y me alegra que Dorne y la corona estén en términos de paz.

—¿Podría hablar con usted a...?

—Llegó una carta desde Kings Landing —siguió diciendo ella, interrumpiendo su pregunta— La Reina Cersei ha sido encerrada en el Gran Septo de Baelor...

—¿Mi madre es prisionera? —Myrcella se apartó de Trystane para oír a Ellaria.

—Sí, mi princesa. Nuestra querida Reina es acusada de una serie de injurias y ahora está encerrada por unos religiosos...

Los septones no tenían poder jurídico. Ellos no eran nadie para encarcelar y juzgar, la única forma de haber obtenido ese poder, era obteniendolo de alguien más. Jaime pensó que tal vez era cosa de los Tyrell, pero Ellaria siguió hablando.

—La Reina Margaery fue encerrada primero, junto a ella su hermano Ser Loras... ¡Ah! y también su esposa, mi Lord —se dirigió a Jaime— Lady Ellys también permanece en el Septo. Acusada de adulterio, alta traición, fornicio y no sé que calumnias más...

«Esto lo hizo Cersei.» Pensó, con certeza. «Quiso matar dos pájaros con una sola flecha y no se dio cuenta que la flecha le sería devuelta.»

Siempre había sido así, impulsiva y estúpida.

—¿Los septones pueden juzgar a mi madre? —preguntó Myrcella— ¿Acaso van a matarla?

—No va a pasarle nada a tu madre —le dijo Jaime. «Ella siempre encuentra la forma de salirse con la suya.»— Estoy seguro que el malentendido va a arreglarse, cuando lleguemos a la capital, ella estará libre.

Los Últimos Reyne II | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora