LXXI. La Reina De Meeren

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ESSOS
Meeren
304 d. C

Al llegar a la Bahía, la flotilla de Hierro fue sorprendida por el sobrevuelo de una bestia tan grande que podía cubrir el sol con sus alas. Theon casi cayó de bruces al ver por primera vez a un dragón. A contraluz, distinguió las escamas negras bajo el pecho, y las alas de un rojo oscuro como la sangre. Su aleteo era voraz, como una trueno enviado por el Dios Ahogado.

«Y hay dos más de ellos —pensó— Por eso los Targaryen fueron reyes... Y volverán a serlo.»

El dragón negro voló hacia la cúspide de la Gran Pirámide de Meeren. Una colosal estructura, más grande que cualquier cosa que el Nacido de Hierro hubiera visto en Westeros. Desde ahí, el dragón alzó las alas y rugió tan fuerte que hasta las velas de los barcos parecieron sacudirse.

En la orilla, los esperaba una escuadra de soldados impecables. Theon calculó que eran veinte, o veintidós. Todos andaban al mismo ritmo, llevaban armaduras de cuero grueso y cascos con puntas de bronce.

Oír historias sobre el ejército de eunucos más grande del mundo, los famosos Inmaculados de Astapor, era una cosa simple. Pero ver su disciplina perfecta, se sentía como apreciar por primera vez, una canción hermosa cantada por un buen bardo.

—¿Crees que ella nos recibirá? —le susurró a Yara.

—Eso espero. En el cuervo que le envié, le dije que venía a ofrecer mi lealtad —replicó su hermana— Si no nos acepta, lo más probable es que ese dragón nos tendrá como cena —bromeó, señalando al animal alado en la cima.

Cada peldaño de la elevada escalerilla, lo ponía más nervioso. Las historias que sabía de los Targaryen no eran nada agradables, los últimos no habían sido más que débiles o locos, o ambos.

«Si Daenerys Targaryen es como su padre, tal vez nos quemará como Aerys quemó al padre de Lord Stark.» Quiso dejar de pensar en ello, pero los rugidos de la bestia se oían aún más fuertes desde ahí. Y en cuanto entraron a la Sala de Audiencias, sus rugidos eran poderosos ecos que resonaban desde cada rincón.

A ambos lados del salón, habían velas enormes y púrpura, alumbrando el lugar. En lo alto de unas escalerilla de mármol, estaban ubicados tres bancos de ébano. En el más grande, estaba ella. Su belleza era tan mítica como los propios dragones. Tenía el cabello largo y claro como la plata. Sus ojos claros estaban puestos en los hermanos Greyjoy. Los analizaba, o eso pensó Theon.

A su derecha, le sorprendió ver al enano Lannister, Tyrion. Se cruzaron un par de veces en Winterfell, y parecía alguien agradable. Sus sobrinos gobernaban los Siete Reinos, ¿por qué entonces él estaba con él enemigo? A la izquierda de la joven reina, se postraba un anciano de pelo blanco, fuerte y gallardo. Con apariencia de guerrero. Pero Theon no lo conocía.

Una joven morena se adelantó a su reina, para recibir a los recién llegados.

—Están ante la presencia de Daenerys de la Tormenta, de la Casa Targaryen, la que no arde, rompedora de cadenas, madre de dragones, Khaleesi de los Dothraki, Reina de los Ándalos y los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señora de los Siete Reinos y Protectora del Reino —anunció la muchacha, sin titubear.

—Nosotros no tenemos tantos títulos —dijo Yara, causando una media sonrisa en la Reina plateada— Yo soy Yara Greyjoy, la hija mayor de Balon Greyjoy, y él es...

Los Últimos Reyne II | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora