Roca Casterly
305 d. CEl amanecer llegó pronto. Las luces violáceas del nuevo día se colaron por las cortinas de la terraza, igual que lo había hecho el bardo.
En algún punto de la madrugada, comenzó a llover. Y el mar embravecido, embestia tan fuerte contra los peñascos que por momentos, Ellys pensó que la roca se quebraria; que las paredes blancuzcas sederian a las aguas y todo el castillo se vendría sobre ella.«Los cimientos son fuertes, la Roca jamás ha caído.» Se dijo. Ni ante el mar, ni ante algún enemigo, todos sabían que Roca Casterly podía aguantar años de asedio. Siempre y cuando estuviera bien equipada y con los hombres dispuestos a luchar por defender su territorio. ¿Cuánto duraría un asedio con los pocos hombres que tenía?
—Dile a Lord Gwilym Swyft que se reúna conmigo —le pidió Ellys, a su sierva cuando le llevó el desayuno— Y también al Maestre Franket. Dile que nos reuniremos en su Torre.
La jovencita asintió y fue a cumplir con la orden dada por su señora.
Ellys le echó un vistazo a la bandeja de comida: panes recién horneados, pescado asado y tres pastelillos de cereza que habían quedado de la celebración de su hijo. Probó un bocado y luego sintió arcadas.
Cuando las siervas volvieron a su habitación para vestirla, las echó de ahí.
—Lorean Reyne está en camino... Las puertas estarán abiertas...
Sería traicionada. Por cualquiera de los que convivían con ella. Tal vez esas siervas, tal vez Veera, o incluso Lord Swyft. Tenía nombres brincando en su cabeza, y uno se repetía con más frecuencia: Franket.
Acudió a la reunión con un vestido de raso, cubierta de un simple capuchón de lana verde. En la cintura, llevaba el cinturón de plata de Theon Greyjoy. No por recordar a su antiguo esposo, sino por su hijo. Debía pensar en Harwyn y en su bienestar. No podía darse el lujo de caer sin pensar en las consecuencias que podría traerle a su familia. El frío de la plata contra las telas la hacía sentirse más lúcida, más fuerte.
Sin embargo, no fue la primera en tomar la palabra. Tanto Franket como Lord Swyft parecían tener muchas cosas que decir. El hombrecillo de la Citadel fue quien habló. Y no tuvo reparos en contarle las noticias que llegaban desde el Norte.
—Le pedí que no recibiera más noticias de allá —le recriminó la señora.
—Estas noticias son diferentes, mi Lady —dijo el Maestre— Un cuervo de Winterfell llegó a cada castillo, desde Aguadulces hasta Dorne. Anunciando la independencia del Norte.
En el cuervo, los norteños hacían saber que tras la Batalla de los Bastardos, Jon Snow había tomado el título de «Rey en el Norte». Título que antes fue de su hermano Robb, y que por derecho, debía corresponderle al hijo de éste. Al pequeño Robb Stark.
«Jon no pudo hacerlo... En su carta dejó claro que el Norte sería de mi hijo.» Se dijo Ellys, negándose a creer las palabras del Maestre.
—¿Y Ser Collum? ¿Y los demás? —preguntó nerviosa— ¿Hay alguna noticia sobre ellos?
Lord Gwilym y el Maestre intercambiaron miradas. Swyft era más transparente que el hombre de gris, por eso su fastidio no fue bien disimulado.
—Nadie sabe nada de los hombres del Oeste, mi Lady —le dijo Franket.
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Los Últimos Reyne II | Fanfic GOT
Fanfiction«Pero ahora lluvias lloran en su salón, con nadie que las escuche. Sí, ahora las lluvias lloran en su salón. Y no hay ni un alma para oír». Después de la fallida rebelión de la Casa Reyne contra los poderosos Lannister de Roca Casterly; Tywin Lannis...