Ester Exposito
Llevaba días sin dormir bien, estaba tratando a alejar Itzan de mi lado de mejor manera posible pero no logro hacerlo. El sigue con su empeño de saber lo que me está pasando y yo no logro contener mis sentimientos al estar cerca de él.
-Ester, escúchame. – me dice Miguel
Estábamos solos, Itzan se fue a un lado así que no tenía miedo de que nos podría oír o descubrir todo.
-Se lo que vas a decir, prefiero no oírlo. – le digo, ya preparada
-Esto acabo. No puedo mentirle más y no pienso hacerlo, vas a decirle la verdad. – me dice
Estaba muy asustada por sus palabras y manera de hablar.
-No te metes en esto, Miguel. – le advierto
-Vas a decirle la verdad hoy mismo. – me dice
-No puedo, ya te dije. – le digo, poniéndome nerviosa
-Ester, si tu no lo haces yo voy. – dice, muy serio
-No puedes. Miguel, le vas a romper corazón, el mío también. Si yo no le digo me va odiar, tú lo sabes. – le digo
-A mí también me va odiar si sigo callado como un imbécil. – casi grita
Me estaba poniendo mas y mas asustada y nerviosa.
-Miguel, por favor, hazlo por mí. Yo lo quiero de verdad, no estoy jugando, trataba a alejarlo de mi pero no lograba. – le explico
-Jamás te va perdonar, Ester. Hagas lo que hagas no existe perdón por una cosa así, la peor cosa que podría ocurrir es que lo ves regresando a su vida anterior y eso es algo que yo no quiero ver. – me dice
-Ni yo. – digo, sincera
Tenía mucho miedo de lo que pasara al decirle la verdad, si va volver a convertirse en un idiota y seguir seduciendo a cada mujer que conoce o alguna otra cosa.
Itzan es imperdible, a veces.
Me fui a dormir un poco, necesitaba fuerza suficiente para seguir mirándole en ojos y mentirle.
Estaba muy cansada, tenía muchos sueños sobre Itzan, algunas eran pesadillas.
Estar con el por una apuesta fue decisión mala pero no fue la peor cosa que una persona le puede hacer a otra.
Después de dos horas de casi buen sueno logre despertarme, suponía que Itzan ya llegaba pero decidió dejarme dormir un rato.
Sentí pequeño dolor en cabeza, así que decidí abrir un cajón que se encontraba al lado de la cama.
Recordaba que Itzan guardaba allí todos medicamentos.
Al abrirla quede sorprendida y asustada al encontrar un anillo.
Pensaba en lo peor y temía que mis pensamientos podrías convertirse en realidad.
Esperaba que ese anillo no era suyo.
-Ester, estas... - decía Itzan al entrar en habitación
-¿Qué cono es esto? – le pregunto
-Joder. – el dice
Su expresión en cara decía todo.
-No pensaba que lo encontrabas, es un anillo. – dice
-Lo sé, veo. Por favor, dime que no es lo que estoy pensando. – le ruego
El se acerca a mí, tomando anillo.
Su mirada no podía esconder la verdad.
-Lo compre porque quería pedirte que te casas conmigo. – dice, muy serio
Yo estaba callada, esperaba que era otra de mis pesadillas, si fueran otras circunstancias quizás lo aceptaría.
-No estarás hablando enserio. – le digo, asustada
-Si, estoy muy serio. ¿Qué tiene de malo pedirte el matrimonio? Las cosas entre nosotros no eran bien estos últimos días aun que aun no entiendo porque pero yo te quiero, quiero pasar el resto de mi vida contigo, estoy seguro. – digo
-Lo dices ahora, podrías arrepentirte con el tiempo. – digo, cruzando los brazos
-¿Por qué me iba arrepentir? – me pregunta
-Itzan, yo no puedo hacer esto. Necesito ir a tomar un poco de aire y en cuanto regreso vamos a hablar. – digo, saliendo rápidamente
En cuanto salí afuera me sentía mejor, respiraba tranquilamente, necesitaba tomar un paseo para pensar sobre todo lo que ocurrió.
Tenía muy claro como están las cosas, no podía huir de mis sentimientos pero casarme con él y no decirle por que empiece una relación es decisión equivocada.
Lo quiero con todo mi corazón pero iba perderlo por mis acciones.
Veía que tenía varias llamadas perdidas de Itzan pero también de Miguel, de seguro ya se entero que Itzan quería pedirme matrimonio.
Tenía miedo de que Miguel podría decirle todo, yo quería ser la persona que le diga que todo fue juego. Quizás me iba odiar menos y quizás no.
Al volver a casa, encontraba a Itzan sentado en sofá.
De inmediato se levantaba, acercándose a mí.
-Perdón. – le digo
-No tienes casarte conmigo, Ester al menos no ahora. Eso no significa que no quiero estar contigo, si te sientes incomoda podríamos dejar esta tema. – dice
-¿Dónde está anillo? – le pregunto
-En mismo lugar donde lo encontraste. – me contesta
-Te quiero. – le digo
-Lo sé. – dice, con sonrisa
Notaba que estaba un poco triste por rechazar su propuesta pero si sabia verdad entendería porque lo hice.
-Itzan, no me quiero casar en este momento. En realidad, si quiero pero no puedo y no puedes preguntarme porque. – le digo, con ojos llenos de lagrimas
Sentía como si tendría que decirle todo pronto, no podía seguir callada más, me dolía el corazón cada vez que tenia Itzan frente mi, quería que toda esa mierda de apuesta se acaba ya.