Itzan Escamilla
Ester se lleva comportando muy rara desde que llegue, quizás solamente eran los nervios pero desde que entro en baño no salía y eso fue desde hace 45 minutos.
Pocos minutos después salió, me acercaba a ella porque me preocupada lo que le pasaba.
-¿Todo bien? – le digo
Ella estaba callada, tenía sus manos detrás de espalda, algo le estaba pasando.
-Si. – dice pero sin convencerme
-Te pasa algo, Ester. Yo te conozco, no me gusta verte de esta manera. – le digo, dando un paso mas
-¿Por qué te importa? – dice
No podía creer que me hizo esa pregunta, sabía muy bien que me importaba, fui idiota por hacerle daño pero ahora todo está bien, lograba cambiar mi manera de pensar y dejar todo atrás. Ahora estoy dispuesto el hombre perfecto para ella, no quiero ser su amigo o alguien con quien puede enrollarse cuando se siente sola y perdido, quería ser su novio y algún día su marido.
-¿De verdad me preguntas eso? ¿Acaso no te había mostrado que me importas mucho? – le digo, dando otro paso hacia ella
-No lo sé, nos acostamos y te fuiste de aquí sin despedirte, tampoco contestabas mis llamadas. Pensaba que te habías arrepentido o que fue solamente otra noche de pasión entre dos amigos. – dice, ya cruzando los brazos
Puedo jurar que tenía algo en manos pero quizás fue paranoia mía.
-Te dije como me siento. – le digo, frustrado
-Me dijiste, eso es lo que siempre haces, sabes decir pero no sabes mostrarlo con hechos. – dice
-¿Por qué me estás haciendo esto? Si es por cómo me comportaba contigo no tienes ni idea cuanto me arrepiento, cada vez que te estaba empujando de mi lado quería abrazarte y tenerte cerca. – le digo, poniendo manos sobre su mejilla
Notaba en sus ojos que estaba muy confundida, no sabía qué hacer ni tampoco si debía creerme.
-Te necesito. – le digo, dándole un beso en los labios
No podía esperar más, sonaba ese momento desde que me fui a México, allí conocí muchas chicas que querían tener algo conmigo pero yo no fui capaz a acostarme con ninguna o llegar a conectarme porque lo único que podía hacer es trabajar y pensar en Ester.
Seguía besándola pero timbre de puertas me detuvo y eso me ponía muy enojado.
Me encontré con ojos verdes de Ester, me estaba mirando, no podía entender cómo se sentía en ese momento, que significaba ese beso para ella.
Al abrir las puertas vi a Miguel, recordé que le dije que viniera para que veamos un partido de futbol.
-¿Ya te olvidaste de mi? – me dice
-No, pasa. – le digo
Ester se sentía un poco incomoda pero decidió ver el futbol con nosotros, no podía dejar de mirarla, ni siquiera recuerdo que partido estábamos viendo ni quien jugaba.
En un momento sentí que la estaba poniendo aun mas incomoda, ella se levantaba y fui a cocina para tomar un vaso de agua.
-Joder, si sabía que ibas ignorarme todo el partido no me molestaría mucho para venir aquí. – comenta Miguel
-¿Qué dices? – digo, tratando a disimularlo todo
-No puedes quitarle ojos de encima, no te hagas el tonto conmigo. – dice
Trataba a decir algo mas para defenderme pero al ver que Ester estaba por irse a su habitación me levantaba.
-Ya vuelvo. – digo a Miguel
-No tengas prisa. – dice, bromeándose
Al ver que Ester estaba por entrar en su habitación la tomaba por el brazo.
-¿A dónde vas? – le digo, acercándome a ella
-Necesito descansar. – contesta
-Podría decirle a Miguel que se va y podríamos hacer algo. – le digo, con una sonrisa
-¿Algo como qué? – me pregunta
-Pues... - digo, poniendo mano sobre cintura de Ester
-Itzan...- dice Ester pero yo no la escuchaba
Le di un beso en labios, mientras la acercaba a mí, fue un beso raro, sentí como si a ella no le apetece.
Algo le pasaba pero fue difícil entender que.
Sin embargo, seguía besándola hasta que de un momento a otro me empujo despacito.
-¿Qué estás haciendo? – pregunta
-Lo que queremos. – contesto, confundido por su pregunta
-No podemos en este momento. – dice
-¿Por qué? – la pregunto, necesitaba alguna respuesta
-Acabas de volver y yo... - dice
-¿Tu qué? ¿Acaso no quieres estar conmigo? – pregunto, desesperado
-No es eso, me pasan muchas cosas últimamente. – dice, nerviosa
-Dime que, yo puedo ayudarte, a hacerte sentir mejor. – digo, preocupado
-No puedo, Itzan. – dice, con ojos llenos de lagrimas
-¿Hice algo para que te sientes así? – pregunto
-No, no hiciste nada. Son los nervios, te lo juro. – dice
No tenía otra opción que dejarla entrar en habitación, quería descansar y yo necesitaba respetar eso.
Sin embargo no pensaba en renunciar a volver conquistarla, estaba muy decidió en volver a estar con ella y no pienso dejarla escapar así.