Ester Exposito
Pocas horas después por fin di la luz, mi hijo nació, Itzan estaba a mi lado, colgándome por mano.
Nuestro hijo era hermoso, silencioso, era la luz de nuestras vidas.
-Es tan lindo. – digo mientras seguía guardándolo en mis manos
-Si. – dice Itzan, mirándolo, sonriéndose
Se parecía a mi pero tenía ojos marrones de Itzan, los ojos que me enamoraron.
-Tiene tus ojos. – comento
-Mi hijo nació, no puedo creerlo. – dice Itzan, acariciándolo
Itzan tomaba una silla y se acercaba a nosotros, parecíamos a una gran familia.
-Parece que todo está bien. – digo
-Si pero no sé donde se encuentra el doctor. – digo, un poco preocupada
Mi hijo seguía en silencio, no lloraba tanto como todos los niños.
Doctor entraba a mi habitación, era el señor Velasco.
-¿Cómo se encuentra, señorita? – dice, acercándose a nosotros
-Bien. ¿Cuándo podría irme de aquí? – pregunto
-Va tener que seguir aquí por unos días, es importante que descansa y no se mueva de aquí. – dice, muy serio
Una enfermera tomaba nuestro hijo, lo llevaba, necesitaban hacerlo otras análisis por si acaso.
-¿Por qué? ¿Acaso, pasa algo? – dice Itzan, levantándose
-¿Cómo esta? Aun no me ha contestado a la pregunta. – dice doctor
Yo ponía mano sobre mi cintura, me sentía muy cansada y débil.
-Pues, un poco débil. – confieso
-¿Débil? Es por eso que tiene que quedarse aquí, tenemos que hacerle análisis también y comprobar que no le pasa nada. – dice doctor
-¿Y qué le iba a pasar? Dio la luz, todo está bien, solamente necesita dormir un poco. – dice Itzan, cruzando los brazos
Doctor se veía muy preocupado, es como si sabía que me pasaba pero no podía decirlo, al menos no en frente de nosotros, no quería alterarme o preocuparnos antes de comprobarlo todo.
-Itzan, tranquilo. – trato a calmarlo
-A veces hay mujeres que sienten muy débiles después de dar la luz, es necesario comprobar si hay posibilidad de que es algo más. No queremos que nada le pase, es nuestro trabajo cuidar de usted. – dice muy amable
-¿Qué cono dices? – dice Itzan, acercándose a doctor
-Señor, estamos en un hospital, baja la voz. – dice doctor, advirtiéndole
-A ver, explícalo. ¿Ella podría morir, es eso? – dice Itzan con ojos llenos de lagrimas
-No voy a morir pero mi estado podría ponerse más crítico si no hacemos esas análisis. – le explico
Itzan asienta con cabeza, se calmaba.
-Entiendo. – dice mirando a doctor
-Mi hijo va hacer análisis y va cuidar de usted, está en buenas manos. – dice
-¿Su hijo? Pero usted es su doctor, no su hijo. – dice Itzan, muy alterado
-Le juro que van a estar en buenas manos, yo no juego con este tipo de cosas. Estoy muy serio, todos los que me conocen lo saben, no quiero alterarles más. De seguro no es nada pero tenemos que hacerlo, por su bien. – dice, saliendo de habitación
Itzan volví a sentar a mi lado.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué reaccionaste así? – pregunto
-No me cae bien su hijo, es muy creído, no me gusta ese tipo de personas. – dice, molesto
-Lo más importante es mi salud, todo paso sin problemas. – digo, poniendo mano sobre mejilla de Itzan, acariciándole
-Si, lo sé, tienes razón. – dice, sonriéndose
-¿Has pensando en cómo podríamos llamar a nuestro hijo? – le pregunto
Sé que el tenia bastante tiempo como para pensarlo, yo no sé muy bien elegir nombres.
-Pues si pero hablamos de eso luego. – dice
-Vale. – le digo
Pasamos toda la tarde juntos, necesitaba descansar y Itzan no se alejaba de mi lado. Danna y Miguel seguían en hospital también pero aun no les dejaban visitarme.
El hijo de doctor Velasco, ese tal Yon venia después, fue amable y bastante atractivo pero eso a mí no me importaba. Me hico análisis y dijo que todo va salir bien pero tendría que quedarme allí un par de días más.
Tenía miedo de que mi estado podría estar peor, me sentía débil y no sabía que me pasaba. Yon me aseguraba que no es nada grave, que no tengo nada de qué preocuparme.