Itzan Escamilla
Después de que Ester me dejaba como un tonto decidí irme a casa y esperar hasta que ella decida hablar conmigo.
Pasaron los días y ambos seguíamos muy alejados.
Hace par de semanas estábamos bien, estaba dándole el mejor regalo de cumpleaños, me sentía tan feliz y ahora me siento muy lejos de ella, no podía entenderla.
-¿Qué te pasa? – me pregunta Miguel
Me levante temprano porque no podía seguir durmiendo.
-Algo pasa con Ester. – le digo
Notaba a Miguel un poco tenso, de seguro pensaba que me estaba volviendo loco o que estaba imaginando cosas que no hay.
-¿Cómo qué? – pregunta
-No sé, sigue siendo muy extraña. En cuanto me acerco a ella da vuelta, eso es raro. – digo
-De seguro todo está bien. – trata a calmarme
-Quizás tú podrías hablar con ella. – le sugiero
-No creo que será buena idea. Tienes que esperar hasta que decida hablar contigo y explicártelo todo. – dice
Tenía un sentimiento raro de que Miguel sabía lo que pasaba.
-¿Tu sabes lo que le pasa? – le pregunto
- No. – dice
-Estoy intentando a entenderla, de verdad pero no logro porque no quiere hablar conmigo. – explico
-Itzan, quizás deberías dejarlo. – dice
-¿Qué? – digo
-Pues, Ester puede ser no tan perfecta como tú lo crees. Si te sientes agobiado mejor déjalo y sigue adelante con tu vida. – me dice
Estaba raro oírlo decir esas cosas, jamás me dijo eso sobre Ester y ahora logro convencerme de que le pasa algo muy serio.
-Yo la quiero. – digo, enojado
-Espero que aceptas este consejo y no le malinterpretes. – dice
-Me estás diciendo que debía terminar una relación que significa más para mí que incluso la relación que tenia con María. – digo aun frustrado
-Como quieres. – dice
-Mira, si sabes algo dímelo ya. No soporto las mentiras, tú lo sabes. – le advierto
-Yo no tengo nada que decirte, habla con ella. – me dice
Eso fue exactamente que decidí hacer.
Entraba en su habitación, la veía dormir pero de todos modos decidí despertarla.
-Ester. – le digo
Ella sigue dormida, así que me sentaba a su lado, mirándola.
Tenía miedo de que quiera terminar esta relación, no creo que podría soportar estar sin ella ahora que logro cambiarme por completo.
Ponía mano sobre su cabeza, acariciándola.
Pronto, ella estaba despertando.
-Hola. – me dice
-Pensaba que estabas despierta ya. – le digo
-Ya es hora de levantarme de todos modos. – dice
La estaba mirando en los ojos, no podía leer su mente ni analizar su cara, estaba confundido.
-No soporto esta distancia más. – digo, sincero
-Yo tampoco. – ella dice, sincera
-¿Entonces? ¿Vas a decirme que hice mal? – la pregunto
-Tu no tienes culpa de nada, Itzan. Eres buena persona, yo soy mala. – dice
-¿Por qué lo dices? – la pregunto
-Da igual, olvídalo. – dice
En ese momento me estaba preocupando aun mas.
-¿Me quieres, verdad? – la pregunto
-Te quiero más que nadie. – dice, poniendo mano sobre mi mejilla
Yo cerraba los ojos, por fin volví a sentir sus caricias, desde hace tiempo que no estábamos juntos.
-Quiero hablar contigo esta noche. – me dice
Yo volví a abrir los ojos, mirándola.
-Está bien. – le digo
Antes de tener esa conversación, sabía lo que debía hacer.
Me fui en una tienda de joyeros.
-¿En qué puedo ayudarle? – me preguntaba el hombre que trabaja allí
-Quiero comprar un anillo. – le digo
-¿Busca algo especial? – pregunta
-Si, bueno no se en realidad. – le digo, sincero
-¿Qué es la ocasión? – pregunta
Yo le miraba por unos segundos.
-Quiero hacer propuesta de matrimonio a mi novia pero no sé cómo ni con que anillo. – digo, sincero
Ni yo mismo no podía creer en que cosas pensaba.
Hasta esa mañana los dos estábamos tan distantes y ahora quería casarme con ella.
Entre los dos todo estaba pasando muy rápido, sentí como si estuviera volando.
-Vale, te voy ayudar. – dice
-Quiero un anillo de oro, no importa el precio. – digo
El me mostraba uno de mas carros y a mí no me importaba gastar tanto dinero. Decidí tomar ese anillo, es primero que me mostraba y me gustaba así que no decidí seguir mirando. Sabía que a Ester le gustaba oro así que debía hacer elegido correcto.
En cuanto llegue a casa, decidí esconderlo en una caja en mi habitación, no quería que nadie le encuentra y mucho menos ella.
Debía esperar hasta la noche para hablar con ella y hacer la cosa correcta.