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Itzan Escamilla

Ester lleva comportándose rara por tres días, no es tan alegre, es como si no soporta estar a mi lado. Debe ser por esa conversación que tuvimos, no tenía otra opción que mentirle, no la engañe, simplemente tenía una buena comunicación con otra mujer que se encontraba allí.

-Buenos días. – le suspiro al oído al sentir su respiración

Estaba despierto por más de treinta minuto pero no tenía valor suficiente para decirle algo.

Ella dio vuelta, mirándome, notaba que no había dormido bien.

-¿No tendrías que irte a universidad? – dice, levantándose

-Si pero decidí quedarme aquí, contigo. – le digo, mirándola

Sabía que ella no podría resistirse a mis encantos, desde hace días que no tuvimos relaciones, la extrañaba.

-Yo creo que debías irte, es más importante que quedarte aquí y no hacer nada. – dice, un poco furiosa

-Tenemos que hablar. – le digo

-No sé de qué. – dice, levantándose

Yo seguía en cama, bajo sabanas, mirándola, confundido.

-Si, lo sabes. Sigues así furiosa desde que tuvimos esa conversación, es hora de tener una conversación normal y resolver las cosas. – digo

-Voy a ducharme. – dice, dejándome como un tonto

No sabía qué hacer, la única cosa que se me ocurrió fue meterme en ducha, con ella.

Eso fue exactamente lo que hice, entraba al baño, quitaba mi ropa y entraba a ducha.

Ella no me vio de inmediato, no se dio cuenta que entraba, estaba cantando. Me gustaba oírla cantar mientras se duchaba, es algo que sabía hacer desde que se mudo en ese apartamento.

-Sigue cantando, por favor. – le digo en voz baja

Ella dio vuelta, enfrentándome, era tensa.

-¿Es otra de tus estrategias de seducirme para que no me enoje contigo? – dice

-¿Si digo que si vas a enojarte conmigo? – le digo

-Esto no son hormonas, Itzan. Sabes muy bien de lo que quería hablar, no fuiste sincero conmigo, no me gustas así. – dice, saliendo de ducha

-¿A dónde vas? – le digo

-Ya termine, tu quédate aquí. – me dice, tomando la ropa y saliendo del baño

Me quedaba allí, como un tonto otra vez, sabía hacerme sentir así.

Sin embargo, decidí seguir intentando a hablar con ella normalmente y resolver el problema.

En cuanto terminamos con comida no podía dejarla ir así y olvidar de lo que teníamos pendiente.

-Espera. – le digo

-¿Qué pasa ahora? – dice, cruzando los brazos

-Vamos a hablar. – le digo, decidido

-Te escucho. – dice

Decidí contarle todo lo que paso, tenía miedo de su reacción y decisión que tomara al entender porque la mentí, yo no quería tener nada con esa chica pero ella podría pensar diferente.

-La conocí y hablábamos toda la noche, eso es todo. – le digo, con miedo

Ester seguía callada, enfadada.

-¿Por qué no me dijiste nada? – pregunta

-Tenía miedo de que podrías malinterpretar todo. – digo

-Es muy claro lo que pasa, tengo tantas ganas de darte una cachetada. Es que, a veces despierto y pienso que jamás vas a cambiar. – dice

-Joder. Entre ella y yo no paso nada, jamás pasara, simplemente estábamos hablando de ti, eso no es mal. – le digo, tratando a justificarme

-Necesito pensar un poco. – dice

-No hay nada de que pensar, te mentí porque tenía miedo de tu reacción. Para mí no existe ninguna otra mujer, solo tú. Espero que lo tengas claro cada vez que piensas que podría engañarte y enrollarme con otra, no soy tan idiota como para arruinar la única buena relación que tenía en vida. – digo, acercándome a ella

-Es mejor que duermas aquí esta noche. – dice

Esas palabras me dolieron mucho, no esperaba que no me entendería, quería creer que solamente era insegura o celosa pero esa distancia entre los dos no me daba buena espina.

Toda la noche quedaba en sofá, no podía dormir, quería estar con ella, hacerle ver que se estaba comportando como una loca.

De un momento a otro al fin decidí hacerlo, entraba en su habitación, ella estaba dormida.

Cierre las puertas con cuidado para no despertarla, me acerco a cama, la observe por un momento.

Decidí acosté a su lado, ponía mano sobre cintura de Ester.

Ponía sentir su respiración, ella también sabía que estaba allí pero no quería seguir peleándose.

Ella ponía su mano sobre la mía, ambos quedamos dormidos en silencio.

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