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Ester Expósito

Un mes después de que Itzan se fue a México no recibí ningún mensaje de él, ni siquiera me aviso que había llegado allí sano y salvo, eso me lo dijo Miguel porque ellos siguen hablando casi todos los días.

Estaba esperando con ganas su regreso pero también estaba enojada de que no respondía mis mensajes, quizás estaba bastante ocupado pero a Miguel lograba contestar a cada mensaje, debe ser que volvimos a ser esos desconocidos de antes, a pesar de que nos acostábamos juntos la noche antes de que se fue.

Yo llevaba unos días bastante enferma, tenía ganas de vomitar, debe ser que comí algo mal, estaba tomando unos medicamentos porque tenía un gran dolor de cabeza también.

Danna quería ir conmigo a tomar un café pero le dije que viniera al piso porque fui incapaz a levantarme de la cama.

-¿Desde cuándo sigues enferma? – me pregunta al sentar a mi lado

-No lo sé, una semana quizás. – le digo

Danna me estaba mirando con una mirada sospechosa, tenía algo en su mente, como si estuviera pensando en la peor cosa que me podría pasar ahora mismo, ni siquiera fui capaz de decirlo en voz alta porque me ponía paranoica y nada más.

-Debías irte a ver un medico. – dice, preocupada

-¿Qué medico, Danna? Estoy bien, no me cuido bien por eso me pasa este tipo de cosas. – le digo

-Estoy muy preocupada por ti, la ida de ese te tiene así, de seguro. – comenta

-Ese como tú lo llamas tiene su nombre, no tienes porque comportarte así. – digo, defendiéndolo

-Se acostó contigo y se fue sin decir adiós ni nada, solamente tomaba su maleta. – dice, enojada

-Lo que paso fue porque los dos lo quisimos hacer y punto. – le digo, tratando a inventar cualquier excusa

-¿Qué son ahora? Si no son novios, entonces son amigo novios o algo así. – comenta Danna, con una sonrisa

-Somos amigos y punto. – le dejo claro

Ni yo misma estaba segura que clase de amigos somos, desde que terminamos nuestra relación volvimos a acostarnos par de veces, seguimos teniendo algunos sentimientos uno por el otro pero cada vez que estábamos juntos eso no tuvo mucha importancia.

-¿Te acuestas con todos tus amigos? – dice, como si estuviera juzgándome

-Por dios, Danna. Debías saber a lo que me refiero, es difícil explicar nuestra relación. – le digo

-Yo sigo pensando que tienes que llamar a un médico, me estas preocupando. – dice

-Estoy bien, voy a dormir un poco y ya se me pasara. – le digo, teniendo mucho sueno

Desde hace días que también sigo teniendo mucho sueno, me quedo dormida por casi todo el día, quizás llego ese momento cuando caí en depresión por estar sola, sin Itzan.

No creí en depresión hasta conocer a verdadero amor y desamor.

-¿Por qué tienes tanto sueño? – pregunta, curiosa

-Que se yo, deja de ser tan curiosa. – le digo, un poco nerviosa

-¿Crees que las cosas cambiaran entre ustedes dos en cuanto vuelva? – me pregunta

-No lo sé, olvide decirte que no contesta a mis mensajes. – le digo

-Me lo dijiste ayer. – comenta

-A sí. – digo, recordando

-De hecho esto es la tercera vez que me dices que no contesta tus mensajes. Ya me voy, tú tienes que descansar un poco. – me dice, levantándose de la cama

-Puedes quedarte si quieres. – le digo

No quería hacerla sentir como si no la quería allí, simplemente tenia tanto sueno que no tenía idea más de lo que decía o hacia.

-Nos vemos mañana o en cuanto te pongas mejor. – dice

Decidí aprovechar todo el día para dormir un poco, quería ver alguna película pero me dormí después de 15 minutos.

Eran las ocho cuando abrí mis ojos y notaba que llevaba dormida en cama todo el día, eso era depresión o peor. Eso quería creer, pero no me sentía tan fatal como debía sentirme.

Debe ser que necesitaba descansar un poco después de todo lo que ocurrió en mi vida desde que conocí a Itzan.

Oye que alguien tocaba las puertas, debía ser Miguel quien perdió las llaves en alguna parte.

No tenía ganas de levantarme pero después de par segundos decidí hacerlo.

Aun sentía como si iba desmayarme o algo así, en cuanto llegaba a las puertas él seguía tocando fuertemente, cosas como esas me irritaban mucho.

-Ya voy. – grito

Al abrir las puertas vi a una persona que no se parece tanto a Miguel, lo vi por espaldas, tenía una chaqueta de color azul y era bastante masculino, podía reconocer a esa persona dentro de dos kilómetros de distancia.

-Tu. – digo

Era Itzan, con su maleta, se estaba sonriendo, fue una gran sorpresa para mí, sinceramente tenía unas ganas de vomitar, eso debía ser porque no comí nada en todo el día.

Llevaba pensando mucho en él y verlo allí me produce varios sentimientos de confusión pero también felicidad.

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