Capítulo 45.
(Jesse).
Los días habían transcurrido desde que el desgraciado de Adrián me dejó la cara irreconocible por los golpes. Por su culpa, después de una lenta recuperación en el hospital, me llevaron directamente hacia la cárcel gracias a los contactos de su chófer, quien también era un maldito metiche, ya que junto a Andy se encargaron de cada jodido trámite legal para hacerme más tediosa la fianza de libertad bajo condiciones.
Por suerte, pude prestar una fianza mientras las vistas y los temas legales se retrasaban. Era lo bueno de tener mis contactos. Adrián y Nere no se librarían de mí tan fácilmente. La ira me mataba de rabia y la humillación de haber quedado como un bueno para nada delante de ella me hirió.
No quería llegar a los extremos que acostumbraba cuando las cosas no se hacían a mi manera, pero el hijo de perra de Adrián ya había cruzado la línea en cuanto a mí. Tendría que recurrir al plan principal, en el cual Amanda había insistido tanto para que yo lo llevara a cabo. Antes no sentía el valor de hacerlo, porque no quería hacerle daño a Nere, pero en el momento ya no me importaba nada.
«Ella tendría que ser mía o de nadie», pensé al darle un sorbo a mi vaso de whisky para luego inhalar el humo de mi cigarro.
El despacho de mi casa parecía un chiquero. Ni siquiera me había molestado en limpiar toda la mierda del lugar. El hecho de que Adrián me hayan quitado a la que era mi novia me hacía pensar en hacérselo pagar de la peor manera.
Continué bebiendo whisky y fumando como un demente, recordando lo que el muy hijo de puta me dijo la última vez que nos enfrentamos.
"Es mía y solo mía, porque soy yo quien se lo mete y eso jamás lo tendrás. Su hombre soy yo, ¿entendido?".
Apreté tanto los dientes, que mi quijada comenzó a dolerme.
"Te la quité, me la tiré, se la eché adentro y también me rio de ti, cabrón".
Presioné el vaso de whisky con demasiada ira acumulada.
"Ella es solo mía y eso no lo cambiará ni tú ni nadie".
—¡Hijo de puta! —grité con furia al estrellar el vaso de cristal contra la puerta.
—Espero que lo que te pasó te sirva de lección para que lleves el plan a cabo de una vez y por todas —Amanda entró a mi despacho con tranquilidad.
Desde que Adrián y su chófer se hicieron responsables de su arresto y encarcelamiento, parecía muy serena y fría. No solía ser la mujer que siempre había conocido: habladora, descarada y con una actitud odiosa hacia las personas a su alrededor. Tal vez se había vuelto más loca que yo.
—No podía llevar nuestro plan a cabo, porque no quería hacerle daño a Nere —le informé con desprecio—. Pero es evidente que esa perra está cegada por el bastardo de Andy. Aunque le dije la verdad sobre su asqueroso origen, no sirvió de nada. De igual manera lo siguió prefiriendo a él por encima de mí.
—Jesse, eres el único idiota que pensó que eso la haría cambiar de opinión para separarse de él.
—¡Claro qué lo pensé! ¡Andy siempre ha sido una basura! ¿¡Cómo es posible qué ese malnacido se haya burlado de mí!? ¿¡Cómo se atrevió a convertirme en un cabrón!?
—De hecho, lo eres. En realidad, sí te convirtió en un cabrón. Estoy casi segura de que ella empezó a revolcarse con él mientras aún era tu novia, pero no te quejes tanto por eso. Nere estuvo en tu lugar gracias a nosotros, así que debemos remediar lo que el maldito karma nos quiere hacer pagar —espetó—. Además, todo esto te pasa por no haber tenido mano dura con ella desde el principio. Solo eres un cobarde de mierda. No tuviste las bolas suficientes para controlarla y llevarla a tu terreno. Por tu culpa, he perdido la posibilidad de estar con Adrián una vez más.
—¡Cállate, Amanda! ¡Si vamos a hablar de lo que soy, también déjame recordarte que eres y seguirás siendo una puta! —me acerqué a ella para pegarle, pero de la nada sacó un cuchillo y lo elevó.
—¡No te atrevas a golpearme otra vez, infeliz! —me gritó con cierto frenesí—. ¡Si vuelves a pegarme, juro que te cortaré la garganta!
—¿¡Y qué harás luego!? ¿¡Esperar que me desangre para enterrarme en el jardín de la casa con los demás cadáveres que están bajo tierra? —me reí en su cara, porque sabía que, en el fondo, ella también me tenía miedo—. ¡Qué no se te olvide que gracias a mí tu sentencia en la cárcel ha sido mínima! ¡Fui yo quién realizó cada puto trámite para sacarte! —agarré su cabello con fuerza—. ¡Además, si no te gusta, ya sabes que puedes largarte con tu madre y tu padrastro! —la solté de mala gana.
Amanda me dedicó una mirada llena de desprecio, pero no me importó. En realidad, solo estaba asumiendo que no me quedaría más remedio que seguir con el plan.
—Quiero estar solo —le pedí cuando me senté junto al escritorio de mi despacho y comencé a beber más whisky desde la botella—. Desaparece de mi vista por un rato y déjame en paz. Si has venido a insistirme por enésima vez para que lleve el plan a cabo, felicidades. Es lo que haré.
—¿De verdad? —sus ojos se iluminaron como si no hubiese un mañana.
—¡Lárgate de mi vista! —le grité, pero al instante salió del despacho.
Aunque haría lo que tanto me había insistido, me dolía saber que acabaría con la vida de Nere. Maldita sea, no pensaba conformarme con eso. A Amanda no le agradaría enterarse de que también terminaría con la vida de Adrián, pero era lo que había. Además, le gustara o no a Nere, la haría mía, porque cuando la haya probado a mi gusto, la mataría al igual que lo haría con Adrián. Ambos pagarían con creces el como se burlaron de mí en mis narices.
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MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓
Romance(+21) (Libro 4) Fue inevitable que Adrián y Alysha no se dejaran llevar por la intensa atracción y la fuerte conexión que los unía desde un pasado que fue muy difícil para el prestigioso médico cirujano. Adrián y Alysha tendrían que vivir y recorrer...