Capítulo 43.

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Capítulo 43

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Capítulo 43.

Cuando pensé que todo estaba perdido y que Adrián mataría a Jesse a golpes, Frankie entró a mi hogar alertado y con la pistola cargada.

—Doctor, ya estoy aquí —avisó bastante preocupado. Sin embargo, cuando se encontró con la pelea, solo soltó un suspiro de alivio y presionó los párpados por algunos instantes—. De verdad que desde hacía mucho mi trabajo no era tan entretenido como en estos últimos tiempos.

«¿Pero qué demonios?», engrandecí los ojos cuando elevó el arma hacia arriba, como si apuntara hacia el techo.

Con tranquilidad, le puso el seguro a la pistola y la guardó sin ninguna preocupación mientras miraba como Adrián continuaba golpeando a Jesse. Luego contó varios segundos al mirar su reloj de muñeca y decidió acercarse al ojiverde para detenerlo.

—Ya está bien, doctor. Es suficiente —lo sujetó por los hombros, pero Adrián no lo escuchaba—. Déjalo ya, hombre. Parece puré de manzanas —presionó sus brazos y de un tirón lo apartó de Jesse.

Adrián se limpió un poco la sangre que brotaba de su labio inferior y su respiración estaba completamente agitada. La furia en su rostro era muy evidente. Sin embargo, Jesse se había quedado tirado en el suelo, casi inconsciente y con la cara irreconocible. Ni siquiera podía moverse de tan jodido que había quedado.

—Si ha quedado con algún tipo de lesión, no pienso hacerme responsable de su operación —comentó Adrián.

Sin embargo, Frankie puso los ojos en blanco y sonrió con suma normalidad.

—Bueno, pensé que tendría que llamar a la policía y a mis contactos, pero veo que en realidad tendré que llamar a una ambulancia —cuando se aseguró de que Adrián comenzó a recuperar la cordura, sacó su teléfono e hizo un par de llamadas.

—Abuela, ¿estás bien? —caminé hacia ella y la examiné de inmediato.

—Sí, hija mía. No te preocupes por mí, que no me ha pasado casi nada para lo que le hizo al pequeño Adrián —me sonrió un poco preocupada al acariciar mi mejilla lastimada—. Creo que a quien debes preguntarle es a él —me susurró al mirarlo de reojo, ya que tenía una expresión sumamente seria.

Asentí al tragar saliva y ella colocó una mano sobre mi hombro, como si estuviese teniendo compasión de mí por lo que me esperaba con el ojiverde.

«Maldita sea, Adrián ni siquiera había tomado un vuelo hacia el otro lado del planeta y ya las cosas se habían salido de control para él y para mí».

—Llamaré a tus padres y les contaré lo sucedido —me avisó—. Lo mejor será avisarles desde ahora para que cuando lleguen y se encuentren con la ambulancia y la policía, no se alarmen tanto.

—Está bien, abu —solté un largo suspiro y acaricié mis sienes con demasiada frustración.

Cuando ella salió de la casa y subió hacia la segunda planta, me dirigí hacia mi novio, quien no me había dirigido la palabra desde que se calmó.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora