Capítulo 67.

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Capítulo 67

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Capítulo 67.

Mis mejillas se calentaron cuando el miembro de Adrián estaba prácticamente en mis narices antes de que él pudiese entrar a tomar un baño junto a mí. Sin disimular ni un poco, admiré las vistas de lo que me comía con sumo gusto. Sin embargo, como se dio cuenta de que le daba un descarado repaso, se ruborizó y entró a la bañera, sentándose frente a mí.

—¿Por qué siempre te me pones tímido cada vez que admiro lo hermoso que eres? —le sonreí con dulzura y coloqué mis manos sobre su cuello. Luego comencé a acariciar sus mejillas, admirando la perfección de su rostro masculino y angelical—. A veces, cuando estás conmigo, eres como un niño asustado —aunque le dije lo que pensaba, se mantuvo tranquilo y vulnerable. Ni siquiera me reclamó por el comentario—. Te amo —lo besé con pasión y me senté sobre su entrepierna, hambrienta de él.

—Aly, ¿cuándo se acabaran tus energías? —se estaba comportando como el niño tímido y ya no era el hombre controlador y dominante que me poseyó en el lavabo hasta romperlo.

—Es que quiero sentirte las veces que pueda —devoré su boca entre bajos gemidos, dejándome llevar por todos los deseos acumulados—. Ahora que estamos verdaderamente solos, quiero disfrutar que vuelvo a estar contigo. La última vez, cuando te fuiste a Francia y Jesse me secuestró, creí que no volvería a verte.

—Yo también, Aly —tragó saliva—. Yo también —acarició con suavidad mi espalda mojada, mirándome a los ojos desde abajo, mientras mis pechos estaban prácticamente sobre su rostro—. Déjame cuidarte, por favor —restregó su cara en mi cuello y no pude evitar acariciar su cabello castaño—. Tus tiernos coqueteos y tu sensualidad que siempre me estresa no me permiten dejarte en paz —jadeó con frustración al sentir que movía mi vagina sobre su miembro—. Y tú no haces nada para detenerme —cuando su miembro entró en mi sexo, cerré los ojos de gusto y placer.

—Es que no quiero que me dejes en paz —comencé a subir y bajar sobre su nueva erección—. Fueron semanas sin sentirte adentro de mí, papi rico.

—Carajo, he creado un monstruo —estaba embelesado, relajado y dejando que yo lo montara a mi gusto. Miraba mi cuerpo mojado sobre el suyo, acariciando mis pechos con adoración mientras me permitía dominarlo desde arriba.

El choque de nuestro coito se hizo evidente bajo el agua, lo que causó que eso me animara a continuar montándolo como si no hubiese un mañana. Cerré mis ojos y estiré un poco mi cuerpo hacia atrás, moviendo mis caderas de forma sensual al sentir como su pene le hacía presión a los pliegues estrechos de mi vagina.

—¿Te gusta? —me mordí el labio inferior y lo miré embelesada al sentir que agarró mi cintura, mirándome con desesperación—. Eres mío y si yo quiero que me lo sigas haciendo rico con o sin dolor, tú solo te dejas llevar.

—No me hables así —sus labios formaron una "O" y sus ojos claros casi estaban entornados por el placer que le causaba.

—¿O qué? —lo reté—. ¿Harás que también rompamos la bañera?

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora