Capítulo 26.

26.2K 2.2K 226
                                    

Capítulo 26

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 26.

Cuando me puse en marcha y subí las escaleras, localicé una habitación que se encontraba con la puerta media abierta. Miré por el hueco y asumí que era el cuarto de Adrián por la decoración que mantenía. Ni siquiera me paré para observar el ambiente. Necesitaba tener a mi hombre cuanto antes.

Caminé directamente hacia el cuarto de baño y allí estaba él, con los brazos cruzados mientras apoyaba el peso de su delgado y fibroso cuerpo sobre el lavabo. Sus piernas también se mantenían entrecruzadas y lo hacía ver de lo más sensual al notar que su expresión reflejaba seriedad. Entré y empujé la puerta a mis espaldas. Y aunque esta no se cerró por completo, era lo mínimo de privacidad que necesitaba para lo que iba a hacer.

—Así me gusta, Aly —me retó al alzar la mirada sobre mí—. Me complace que hagas lo que yo diga —sus sensuales labios se mantuvieron entreabiertos por algunos instantes. Tenía que admitir que siempre se veía muy sensual cuando se mostraba provocador en cualquier aspecto.

—Eso de que yo haga lo que tú digas creo que será para otra ocasión —me acerqué a él con un incontrolable deseo y coloqué mis manos sobre su cuello.

Adrián achicó los ojos ante mi acción, pero no le di tiempo ni para pestañear, ya que estrellé mi boca contra la suya, lo que causó que él me devolviera el beso con más pasión al meter su lengua en mi cavidad oral. Éstas se peleaban por el control y ambos perdíamos la respiración entre cada mordida de labios.

Automáticamente, me arrodillé y bajé la cremallera de su pantalón gris. Luego adentré una de mis manos en su boxer y saqué su firme miembro. Él ni siquiera se inmutó ante mi acción, ya que estaba igual o más desesperado que yo. Lo miré a los ojos cuando coloqué su pene en mi cavidad oral. Adrián inclinó la cabeza y cerró los párpados con sumo gusto al sentir como comencé a chupar con lentitud e intensidad. Éste agarró mi cabello y lo convirtió en una maraña de pelos mientras su cuerpo se apoyaba sobre el lavabo.

Escucharlo jadear me incitaba a llevar su pene hasta el fondo de mi garganta. Mis ahogados y bajos gemidos tenían al ojiverde totalmente desesperado y relamiéndose los labios. Era una vista de lo más exquisita y dominarlo desde abajo me resultaba más que excitante.

—Sigue, bebé... —gruñó por los bajo y por un momento entornó sus ojos claros. Casi se le iban en blanco—. Chúpala toda y no pares...

Sus palabras eran música para mis oídos en el momento en que mi lengua se trazó desde la base de su pene hasta su glande rosado y húmedo, donde me detuve para jugar con este al rozarlo sobre mis labios. Apesar de que quedaban restos del semen que liberó en el comedor, el sabor era agridulce y muy agradable para mi paladar. Sin contar que su miembro estaba empapado gracias a mi saliva y al líquido de su excitación que saboreaba con encanto.

Cuando dejé de jugar con su glande, sujeté su miembro con las dos manos desde la base y lo metí en mi boca con más experiencia que las veces anteriores, sintiéndome más cómoda con el asunto.

Sus manos volvieron a mi cabello y éste no dudó en mover mi cabeza a su antojo una y otra vez, ahogándome con la longitud de su pene. Las penetraciones en mi cavidad oral eran más rápidas y violentas. Podía sentir como la saliva se escapaba de mi boca gracias a su grosor.

Ah, sí, bebé... —gemía con suma perversión—. Chupas jodidamente bien —se relamió los labios y desde mi posición percibí como sus ojos verdes estaban oscurecidos por el placer abrasador que ambos sentíamos.

Adrián sacó su pene de mi boca de sopetón y comenzó a rozarlo sobre mis labios y mi lengua al masturbarse en mis narices. Luego jaló mi cabello y dirigió mi boca hasta sus testículos.

—Chupa, mi nena traviesa —me ordenó muy excitado.

Sonreí ante su petición y le obedecí al instante, chupando y succionando sus testículos que se tornaban muy tensos. Sin embargo, disfrutaba la suavidad de su piel. Adrián era un hombre tan pulcro y limpio que saborear su dotada virilidad me resultaba más que placentero.

Luego éste sujetó una de mis manos y mientras que yo continuaba chupando uno de sus testículos, él colocó mi mano desocupada sobre el otro para que lo masajeara a mi antojo. Después presionó el control remoto del vibrador desde el bolsillo de su pantalón y una vez más volví a sentir como las cosquillas se adueñaron de mi clítoris.

Me dejé llevar por la manera en como Adrián me guiaba, pero él apoyó sus manos sobre el lavabo al dejar que yo hiciera y deshiciera con su miembro.

—Es todo para ti, lengua viperina —cerró los ojos e inclinó la cabeza, disfrutando y maldiciendo de placer una y otra vez.

Sus sensuales jadeos, su expresión extasiada por el placer y las vibraciones del aparato en mi clítoris, fue lo único que me bastó para que la mamada fuese más eficaz y perversa. Cerré los párpados a gusto y chupé su longitud como si no hubiese un mañana. Sabía que la situación se había convertido en una muy intensa y que el momento de perversión apenas iniciaba.

«Qué cena tan exquisita y maravillosa, Nere». Mi subconsciente no podía dejar el sarcasmo para otro momento en el que no tuviera el pene de Adrián en mi boca.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora