Capítulo 15.
(Adrián).
Alysha se había quedado dormida entre mis brazos después de que hicimos el amor una y otra vez. Su cabeza reposaba sobre mi pecho, al igual que sus manos. Suponía que estaba de lo más cómoda, ya que desde que cerró sus tiernos ojos no se había movido ni un poco. Sin embargo, podía sentir su cálida respiración sobre mi piel. La sola escena que experimentaba me hacía sentir lleno de paz cuando se trataba de ella.
Mis pensamientos vagaban hacia las situaciones que en el momento nos amenazaban. Me sentía preocupado y un poco culpable por no haberle dicho a Alysha lo que verdaderamente sucedía con su padre, pero ya le había dado mi palabra al señor Doménech y no podía romper la promesa si quería que realmente estuviera con mi papá y conmigo en la jodida situación del virus. Él era lo más cercano a una posible cura.
No obstante, la culpabilidad me atormentaba. No quería seguir ocultándole más cosas a Alysha, pero estaba consciente de que su padre me hizo darle mi palabra por su bien emocional y para no preocuparla por el momento.
«Mierda, que situación más jodida». Me quejé mentalmente y sujeté el puente de mi nariz, presionando los ojos al tomar varias bocanadas de aire.
Detestaba encontrarme entre la espada y la pared. Alysha no lo sabía con exactitud, pero mi preocupación iba más allá de lo que pensaba. La realidad era que ella se encontraba más expuesta y vulnerable a la situación del virus, ya que su padre era la clave y en el momento los agentes de la OMS harían lo que fuera necesario para retenerlo con el fin de obtener su ayuda. Entendía totalmente que mi suegro quisiera mantener todo en secreto. Él quería que su familia se mantuviera bajo perfil.
Sigilosamente, aparté las manos de Alysha e intenté salir de la cama sin que se percatara. Ella balbuceó incoherencias cuando logré apartarme. Luego posé un beso sobre sus labios, pero solo giró su cuerpo y me dio la espalda, concentrada en su sueño. Sonreí con admiración, porque era capaz de apreciar en silencio su actitud revolucionaria hasta cuando se encontraba dormida. Me puse un pantalón pijama y decidí salir de la habitación para tomar un poco de aire fresco. Necesitaba disipar la preocupación extrema que cargaba.
La casa de la familia de Alysha se encontraba con las luces principales apagadas. Sin embargo, algunas lámparas alumbraban el ambiente del hogar al mostrarlo tenue. Con suma discreción, caminé hacia la parte posterior, donde se ubicaba la terraza.
Cuando me detuve para mirar el cielo estrellado, no pude evitar pensar con ironía en que me encontraba donde siempre deseé estar: con mi Aly y la familia que siempre soñé tener. Había pasado por tantas situaciones jodidas en la vida, que detenerme a mirar el simple y silencioso ambiente de la madrugada me resultaba increíblemente placentero.
Luego miré con detenimiento el jardín, hacia donde se ubicaba el muro de concreto que dividía la casa de mis suegros hasta la de los padres de Jesse —donde una vez intenté suicidarme y donde a la misma vez conocí a una pequeña Aly—, una niña que fue creciendo hasta convertirse en la mujer que más había amado en la vida.
—¿Se encuentra bien? —la pregunta del señor Doménech me sacó de mis pensamientos cuando se acercó y se detuvo a mi lado, mirando las estrellas al igual que yo lo hacía.
—Sí, eso creo... —le respondí, aunque mantuve mis ojos en la misma dirección—. Supongo que si me encontró aquí en plena madrugada es porque usted tampoco puede dormir —asumí al soltar un leve suspiro.
—Supone bien —mi suegro suspiró y reflexionó por algunos instantes—. Es solo que mi preocupación incrementa cada vez más al saber que muy pronto llegará el momento de enfrentar la situación en primera persona.
—Lo sé. Estamos en una posición muy difícil ahora mismo —ni siquiera sabía qué más podía decirle para aminorar una situación tan seria como la que vivíamos en el momento—. Solo pienso en que esto debe valer la pena; por los nuestros, por nosotros.
—Precisamente, ese es el pensamiento que me ha hecho ceder ante esta situación, para ser sincero —me aclaró—. Específicamente, por los nuestros. No me parece justo que por las irresponsabilidades de personas egoístas los inocentes paguen el precio, aunque ahora mismo las pérdidas de vidas continúen. Solo me pongo en uno de esos lugares y pienso en mis hijos y en mi esposa. Es por ellos que estoy dispuesto a ir con usted y su padre a Francia cuando llegue el momento, porque quiero a mi familia a salvo.
—¿Cree que yo no? Amo a su hija con todo mi ser. Por ende, todo lo que tenga que ver con ella es importante para mí. Ustedes y mi familia lo son todo en mi vida, así que usaré mis conocimientos y haré lo que esté a mi alcance para brindarles seguridad ante lo que está sucediendo.
—Me parece sumamente irónico que sea de esta manera la forma en la que nos acercamos realmente como suegro y yerno —posó su brazo sobre mis hombros y me agitó levemente. Fue un acto que me dejó estupefacto, pero me hizo feliz—. Eres un buen hombre y lo puedo percibir. Mi hija no se hubiese enamorado de ti si así no hubiera sido.
Bajé la cabeza al sentirme ruborizado, escuchando cada una de sus palabras con sumo respeto.
—Siempre me caíste bien, si ese dato te sirve de algo en estos momentos tan difíciles —asintió con seguridad—. Y me hace feliz que mi hija haya decidido escogerte como su compañero de vida.
—¿Eso es un visto bueno de su parte hacia mí? —sonreí con ironía al recordar que horas antes mis padres conocieron a Alysha directamente, dándole el visto bueno a lo nuestro de igual manera.
—Tal vez —bromeó—. Además, Jesse nunca me dio buena espina. Presentía que era un hipócrita y un mentiroso de mala calaña —me aseguró—. Usted no lo sabe, pero me ha ayudado a sacarlo del camino de mi hija. De hecho, prácticamente, lo hizo por mí —suspiró con alivio.
—¿En serio? —me sentía anonadado.
—Por supuesto. ¿Qué creía? ¿Qué yo era un padre mojigato que no se daba cuenta de las cosas? Usted siempre me ha caído bien. Sin embargo, mejoró mi sentir cuando logró alejar a la basura de Jesse de mi hija. Por eso siempre me mostré muy emocionado con lo de ustedes.
—Vaya...
—No me subestime, doctor —bufó al pasar ambas manos sobre mis hombros—. Soy el hombre más hogareño y familiar que existe, pero no soy ningún pendejo. Si así fuera, no estaríamos en la misma posición en cuanto a la investigación de la vacuna para el MERS Recov-2 —se alejó de mí al seguir su camino hacia el interior de la casa—. Mantén tu palabra y por el momento continúa sin decirle nada a mi hija.
—Bien —asentí más que ruborizado.
—Qué descanse, yerno —asintió a lo lejos y me dejó a solas para volver a su habitación.
La familia de Alysha continuaba sorprendiéndome, al igual que ella siempre lo hacía. Eran personas fuertes de carácter, luchadores y humildes. Y aunque eran inteligentes y muy espontáneos, no les gustaba alardear y vivían la vida despreocupados. Mi chica era así, como ellos. Era una de las cualidades que más amaba de ella.
Sin embargo, antes de volver al interior de la casa, me prometí a mí mismo que haría lo que fuese necesario y posible por todos ellos y mi familia, porque por primera vez en la vida sentía que comenzaba a tenerlo todo. Con ese sentir en mi interior, volví a la cama con la mujer que amaba, pensando que continuaría luchando con el día a día.
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MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓
Romance(+21) (Libro 4) Fue inevitable que Adrián y Alysha no se dejaran llevar por la intensa atracción y la fuerte conexión que los unía desde un pasado que fue muy difícil para el prestigioso médico cirujano. Adrián y Alysha tendrían que vivir y recorrer...