Capítulo 98.

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Capítulo 98

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Capítulo 98.

Adrián respondió a mi beso y podía sentir como sus apetecibles labios se movían al compás de los míos. Su sabor a menta estaba mezclado con el alcohol, pero solo me limitaba a disfrutar la exquisitez de su lengua jugando con la mía.

—Más —volví a estampar mis labios contra los suyos cuando despegó su boca de la mía para recuperar el aliento. Sin embargo, solo quería más de él. Estaba completamente alborotada y excitada gracias a la cantidad de alcohol que había ingerido.

—¿Así? —sujetó mi cintura con ambas manos y me adhirió contra la pared, devorándome la boca en un beso ardiente y sensual, sin importarle el espectáculo que estábamos haciendo frente a la gente.

Cuando al fin despegó su boca de la mía y tomé varias bocanadas de aire, me miró fijamente de manera retante.

—¿Y ahora qué me dirás sobre lo que acaba de suceder con Bárbara? —bufó—. ¿Qué a la pobre se le volvió a derramar su bebida?

—No, que le derramé el trago en la cara por ser una perra fastidiosa y sobrada.

Adrián enarcó las cejas al escuchar mis palabras. Definitivamente, el alcohol tenía mi lengua totalmente descontrolada.

—Además, le advertí que se alejara de mí y no lo hizo —recalqué—. Estaba sumamente molesta por lo que logró provocar en mí en cuanto a ti con su veneno. Honestamente, se merecía eso y mucho más.

Adrián analizó mis palabras por algunos segundos, apoyando una de sus manos sobre la pared mientras me mantenía arrinconada.

—Sí, tienes razón —aceptó de repente, situación que me hizo engrandecer los ojos por la impresión—. No voy a discutirte por eso, porque las cosas que le han sucedido últimamente cuando tienen que ver contigo, es porque ella misma se lo ha buscado.

Sonreí con arrogancia en sus narices al sentirme triunfante.

—Sin embargo, Aly, eso no quita que continúe molesto por tu falta de confianza hacia mi lealtad —sus palabras hicieron que mi sonrisa se borrara por completo—. Continúa disfrutando de hacer lo que se te dé la gana y ve con tus amigos —cuando me dio la espalda, no pude evitar fruncir el ceño cuando comenzó a caminar hacia el club nocturno.

—¿Qué? —no podía creerlo, pero su indiferencia me estaba doliendo y empeorando mi malhumor más de lo normal—. Oye, ¿a dónde crees que vas sin mí? A mí no me das la espalda en un sitio como este —volví a encararlo e hice que se detuviera en mis narices—. Iré contigo —espeté.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora