(+21) (Libro 4) Fue inevitable que Adrián y Alysha no se dejaran llevar por la intensa atracción y la fuerte conexión que los unía desde un pasado que fue muy difícil para el prestigioso médico cirujano.
Adrián y Alysha tendrían que vivir y recorrer...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Capítulo 55.
(Adrián).
Había vigilado a Alysha en todo el trayecto hacia el hospital. Se había quedado dormida una vez que los paramédicos y yo la colocamos sobre la camilla con mucho cuidado. Me sentí mucho mejor al ver que al menos tenía un poco de descanso después de haberla pasado tan mal con el infeliz de Jesse. Sin embargo, cuando estábamos a punto de llegar, ella comenzó a sufrir un ataque de convulsiones.
—Mierda, mierda, mierda... —me quejé por lo bajo y presioné los dientes con fuerza, ya que intentaba controlar mis ataques de ansiedad gracias a mis trastornos, solo para estar a la altura de poder atenderla en todo el proceso.
—¿Qué coño le está pasando? —Jimmy se preocupó al verla convulsionar.
—Está experimentando un ataque de convulsiones —tragué hondo y sujeté la mano de Alysha con delicadeza, como si eso pudiese calmarla—. Es muy probable que le esté sucediendo porque está sufriendo de un traumatismo craneal. Quizá ese hijo de puta la golpeó en la cabeza. No puedo saberlo con exactitud hasta que lleguemos al hospital y yo pueda realizarle los exámenes médicos correspondientes.
Jimmy asentía ante todo lo que le informaba. Él no hablaba mucho, pero eso se debía a que estaba nervioso y quería que Alysha estuviera bien al igual que yo lo deseaba con todo mi corazón. Sin embargo, yo no podía sentirme completamente tranquilo hasta saber que ella no corría algún tipo de peligro en cuanto a su hospitalización.
El paramédico que se quedó con nosotros en la parte posterior continuó registrando los signos vitales y su presión arterial. Yo, sin embargo, continuaba sujetando la mano de Alysha, esperando que las convulsiones terminaran.
—Se supone que las convulsiones duren entre treinta segundos a dos minutos. Si no se detienen, tendremos que adjudicarle una dosis de Lorazepam —le informé al paramédico, quien asintió sin rechistar.
Por suerte, cuando llegamos a la sala de emergencias, Alysha se había calmado y las convulsiones habían cesado antes de los dos minutos. Tenía que admitir que me estaba muriendo del miedo al creer por un momento que no se detendrían. Irónicamente, con ella me costaba ser el médico intachable que siempre era, pero debía serlo.
Cuando las puertas de la ambulancia se abrieron para recibirnos, nuevos internos y algunos enfermeros se acercaron cuando los paramédicos sacaron la camilla junto a Alysha.
—Han tenido mucha eficiencia al llegar rápido para atenderla, muchas gracias —le agradecí por lo bajo al paramédico que me reconoció cuando entré en la ambulancia—. Sé que bajo el desespero que me carcome le mencioné que la paciente es mi novia, pero no saldrá despedido mientras no diga nada —zanjé, aunque solo lo hice para asustarlo y que no dijera nada.
—Sí, doctor —el paramédico engrandeció los ojos al asentir y prosiguió con su trabajo como los demás.
Cuando guiaron la camilla junto a Alysha hacia el piso de emergencias, los seguí sin perderles el paso. Jimmy también me siguió, aunque estaba un poco desorientado, ya que desconocía qué pasaría en el momento.
