(+21) (Libro 4) Fue inevitable que Adrián y Alysha no se dejaran llevar por la intensa atracción y la fuerte conexión que los unía desde un pasado que fue muy difícil para el prestigioso médico cirujano.
Adrián y Alysha tendrían que vivir y recorrer...
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Capítulo 66.
El tema Whoa de XXXTENTACION inundaba el silencio de la habitación y el baño, ya que Adrián había puesto el reproductor de música en un volumen moderado mientras cada uno nos preparábamos para una buena ducha.
Me quitaba la ropa justo cuando él ajustaba la temperatura del agua de la bañera estilo jacuzzi. El ojiverde estaba empeñado en que yo tomara un baño relajante para que la tensión de mis músculos disminuyera. Lo veía tan serio y atento, que por un momento dudé que volveríamos a tener sexo antes de dormirnos.
—Listo —recobró la compostura y me miró fijamente a los ojos cuando ya me encontraba completamente desnuda ante él. Me sentía tan segura de mi cuerpo, que me encantaba exhibirme ante su clara mirada—. Eché en el agua unas sales naturales y afrodisíacas.
—Claro —me mordí el labio inferior y comencé a acariciar uno de mis pechos en sus narices—. El agua debe estar igual de caliente que yo —le coqueteé con sumo descaro, deseando que me siguiera la corriente, pero se limitó a enarcar las cejas, pasando por mi lado para buscar una toalla.
—Toma —me entregó una toalla al alzar la mirada de manera desafiante—. Si necesitas más, están justo allí —señaló un armario que se encontraba junto al baño.
—¿Me estás ignorando? —achiqué los ojos.
—Entra al jacuzzi —me ordenó.
—Eras tú el que dijo frente a todos que tenías ganas de tener sexo —le recordé—. Hasta a mí se me antojó.
—Lo sé, pero luego caigo en la cuenta de que no estás recuperada del todo y de que me he arriesgado a lastimarte mientras te lo hago duro. Debo controlar mis impulsos de dominarte crudamente cuando lo hacemos. Al menos hasta que estés completamente recuperada.
—¿En serio? —bufé en sus narices de mala gana y coloqué una de sus expertas manos sobre mis pechos.
—Alysha, hablo muy en serio —me miró a los ojos con frialdad—. Estoy completamente seguro, así que no tendremos nada de sexo duro hasta que te encuentres físicamente mejor. No quiero causarte más dolores corporales por tus golpes.
—Está bien, Andy —le puse los ojos en blanco y sujeté la toalla que me había entregado.
***
Media hora después...
—¡Papi rico, sí! —gemía con gusto cuando Adrián penetraba mi sexo al tenerme aprisionada sobre el extenso lavabo de mármol—. ¡Duele, pero no pares! ¡Oh, sí!
—Sé cuanto te gusta que te joda duro, bebé —jadeaba en mi oído mientras sus estocadas cada vez se tornaban más rudas, abriendo mis piernas lo más que podía—. Te la voy a echar adentro y seguiré dándote para que te quejes de verdad.
