Capítulo 4.

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Capítulo 4

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Capítulo 4.

Estaba muy sorprendida por el descaro de Adrián y por el rumbo que tomaba nuestra situación. Aunque me sentía totalmente anonadada, lo miré fijamente a los ojos a través del espejo, sopesando su perversa ocurrencia.

—No solamente estás loco, sino que le confesaste a tus padres de una forma indirecta, que a mi parecer fue muy directa, el hecho de que tú y yo estamos juntos —murmuré por lo bajo.

—De todas formas, en cualquier momento se tenían que enterar —se encogió de hombros detrás de mí, sin una pizca de preocupación—. Además, a mi parecer, fue más que el momento perfecto para que lo supieran, ya que estaban todos los presentes que tenían que estar en la mesa —supiró con tranquilidad—. Estoy seguro de que a cada uno de ellos les quedó más que claro.

—¿Es por esa razón que no interferiste con mi acompañante para asistir a esta convención? —achiqué los ojos, ya que fue una pregunta retórica.

—Tú misma te respondes —sonrió sobre mi mejilla con cierta malicia—. Además, esta noche apenas comienza... —una de sus manos se dirigió hacia mi vientre y presionó mi cuerpo contra él, haciéndome sentir su erección—. Pero no evadas lo que te he pedido —guardó el juguete sexual en el bolsillo de su chaqueta y besó mi cuello—. No quiero jugar. Quiero hacer esto con seriedad, aunque nos divierta a ambos —entreabrió su boca muy cerca del lóbulo de mi oreja.

—Mierda... —no pude contener la expresión para mi mente y tuve que expulsar el aire que estaba reteniendo en mis pulmones por los nervios que él me causaba.

Su sonrisa sobre mi oreja fue más elocuente cuando mi expresión le confirmó que estaba más que nerviosa, pero llena de curiosidad.

—¿Aquí? —fue la única estupidez que se me ocurrió preguntarle cuando tragué saliva.

—¿Crees que entré a este baño para que dudes?

Giré un poco la cabeza y lo miré a sus ojos claros. Estos se oscurecían y me mostraban el deseo y la intensidad que sentía en el momento. Por alguna razón, yo quería sentir el morbo que él sentía.

—Yo... —tomé algunas bocanadas de aire antes de meterme por completo en su perversa ocurrencia—. Yo haré lo que tú me digas...

«Listo», pensé. «Mierda, lo había dicho en voz alta».

—Esa es mi niña —sujetó mi barbilla cuando bajé la mirada, pero él me hizo mirarlo a los ojos—. Ahora mismo quiero que me mires fijamente, porque quiero que sepas lo que voy a hacerte.

Volví a tragar saliva y parpadeé en sus narices mientras me perdía en sus ojos verdes tan llamativos.

—No es la primera vez que has visto las bolas chinas, pero si será la primera vez que estarán adentro de ti —enarcó las cejas y se mantuvo serio.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora