Capítulo 75.

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Capítulo 75

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Capítulo 75.

—Creo que ya está, aquí estará bien —solté un pesado suspiro cuando acomodé a Adrián sobre la cama con la ayuda de Frankie—. Perdona por tantas molestias —recompuse mi compostura para disculparme con el chófer.

—Para nada, señorita Doménech —asintió al presionar los labios. Evidentemente, también había estado preocupado por Adrián—. Siempre es un placer poder servirles.

—¿Estás seguro de que no necesitas un aumento de sueldo? —bromeé con él para liberar la tensión que nos había causado la preocupación.

—Créeme cuando te digo que él ya lo ha hecho —enarcó las cejas con seguridad.

—¿Por qué no me sorprende? —bufé.

Frankie me sonrió levemente y cuando se despidió de mí con elegancia, decidí encargarme de Adrián. Cuando comencé a quitarle su ropa con cierta dificultad, frunció el ceño y se quejó entre balbuceos incoherentes.

—Andy, necesito que pongas de tu parte y que me dejes quitarte la ropa —gruñí con frustración cuando le quité la chaqueta de traje junto a su camisa—. Eres delgado, pero pesas demasiado. Por favor, Wayne, eres puro músculo —me subí sobre él, dándole la espalda para bajar por completo su pantalón y su ropa interior.

«Dios, esto de ser la novia y futura mujer del enigmático Adrián Wayne Milán era todo un jodido reto», pensé cuando coloqué mis manos sobre sus rodillas, tomando un par de bocanadas de aire.

Cuando me fijé en su desnudez con más detenimiento, tragué hondo. Definitivamente, hasta inconsciente lograba hacer que se me antojara comérmelo entero. Me relamí los labios ante las majestuosas vistas del monumento que tenía por novio. Sin embargo, debía concentrarme.

«No mires a Andy Dos, no mires a Andy Dos», me repetía mentalmente, como si fuera un mantra de poder.

Estaba a punto de bajarme de su entrepierna cuando sentí como sus grandes manos sujetaron mis nalgas.

—Andy, soy...

—Este culo yo lo conozco —balbuceó muy risueño.

—Ven, vamos a bañarte —cuando intenté apartarme, sujetó mis caderas con decisión.

—Después —elevó el vestido casual que me había puesto para salir a buscarlo—. Necesito comer.

—Podemos buscar algo de comer en la cocina, pero primero debes bañarte.

—¿Comida de cocina?

—Sí, de eso hablo.

—Yo no —agarró el hilo de mi diminuta tanga y la rompió—. Hablo de que quiero comerte el culo.

—Estás borracho.

—Y excitado, con ganas de comértelo —con sus manos separó mis nalgas y metió su cara entre ellas, lamiendo mi sexo con descaro y haciendo que me sonrojara por completo.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora