Capítulo 27.

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Capítulo 27

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Capítulo 27.

Estaba tan encantada con el oral que Adrián recibía de mi parte que no me había dado cuenta de que largos minutos habían transcurrido. Él agarró mi cabello con ímpetu y me hizo mirarlo a los ojos desde mi posición, ya que aún me encontraba arrodillada a su merced. Sonreí muy coqueta ante sus ojos verdes y me relamí los labios con descaro, rozando mi dedos sobre la finura de estos para que supiera que lo estaba saboreando como nunca.

Adrián ni siquiera habló demasiado, ya que estaba sumamente excitado. Éste jaló mi cabello con ímpetu e hizo que me levantara del suelo. Luego su lengua se metió en mi boca y movió sus labios contra los míos con la respiración entrecortada, mordiendo mi labio inferior con perversión.

—Ven aquí, coño —sujetó mi cintura y elevó mi cuerpo, girando sobre sus pies para colocarme de sopetón sobre el lavabo—. Quiero metértelo ya, Aly —sus manos tiraron de mis piernas con decisión hasta que se ubicaron a cada lado de sus caderas.

Como el vibrador continuaba haciendo lo suyo en mi clítoris, no pude contenerme al llegar a un delicioso orgasmo que me hizo esconder los ojos en su cuello al aspirar su exquisito aroma a perfume caro. Intentaba recuperarme como podía. Sin embargo, Adrián no dudó en apagar el aparato con cuidado para sacarlo de mi sexo. Sin mencionar que no estuvo dispuesto a esperar que yo recuperara el aliento.

De repente, sujetó su firme longitud y la introdujo en mi sexo al rodar mi tanga hacia un lado, haciendo que yo abriera la boca por la impresión mientras sus ojos claros retaban los míos.

Ah, Andy.. —gemía totalmente desesperada de puro placer—. Papi rico...

—Cállate —metió los dedos corazón e índice en mi boca y comenzó a penetrar mi sexo con fuerza mientras mis ojos se iban prácticamente en blanco—. Sé que esto te gusta, mi niña traviesa —sus embestidas eran tan ágiles y violentas que el lavabo comenzó a moverse y a chirriar.

Ay, sí... —chupaba y succionaba sus dedos con total entrega al sentir como nuestros sexos resbalaban en el acto del coito por la abrumante excitación.

Sus embestidas no se detenían, pero su mano se acomodó sobre mi barbilla y presionó mi quijada al mantener sus dedos en mi boca. Sus ojos claros miraban fijamente los míos al mantenernos concentrados en nuestro arranque de sexo.

Apoyé mis manos sobre sus hombros y no pude evitar tirar de la tela de su camisa blanca con fuerza al sentir que su miembro estaba jodiendo mis entrañas una y otra vez. Mientras más aceleraba la velocidad de sus penetraciones, más se elevaba mi vestido sobre mis caderas.

🔹

No sabía cuantos minutos habían transcurrido, pero estaba segura de que ya era muy evidente nuestra repentina ausencia para los padres de Adrián. De hecho, a él no pareció importarle al igual que a mí.

Sus jadeos fueron entrecortados cuando sintió que llegaríamos juntos al orgasmo. Mis bajos gemidos le hicieron saber que yo no aguantaría más y que también estaba a punto de llegar a un violento clímax.

—Qué rico, papi... —cuando sacó los dedos de mi boca, estrelló su boca contra la mía y comenzó a saborear mis gemidos mientras yo llegaba al orgasmo con violencia, sintiendo como todo mi cuerpo temblaba de forma automática.

Él, sin embargo, al sentir que yo había llegado orgasmo y que la unión de nuestro coito estaba totalmente empapada, continuó embistiéndome con rudeza.

—Mierda, Alysha... —gruñó desesperado—. Me voy a venir adentro de ti —el lavabo se movió con más fuerza y el chirrido fue mucho peor.

Coloqué una de mis manos sobre su cabeza cuando escondió sus ojos en mi cuello y se derramó en mi interior con brusquedad. Sin embargo, me percaté de que unos ojos azules estaban observando nuestro acto con enojo e impotencia. Había olvidado que la puerta se había quedado media abierta. Apesar de que me sorprendí por algunos segundos, no me importó el hecho de que Bárbara observara como me poseía Adrián Wayne.

—Eres mío —acaricié el pelo de mi hombre mientras sentía como su semen continuaba disparándose en el interior de mi sexo, mirando a Bárbara con suficiencia por encima del hombro de Adrián—. Solo mío, Wayne.

—Tuyo, bebé —me aseguró extasiado de placer al mantenerse en en mi interior y en la misma posición, sin darse cuenta de que Bárbara nos espiaba—. Siempre seré tuyo, mi niña.

—Y yo tuya, mi papi rico —besé su cabeza sin apartar los ojos de Bárbara, quien estaba consciente de que la observaba sin ningún tipo de pudor—. Te amo —me atreví a decir en el momento.

—Yo te amo más, Alysha —mi novio zanjó a gusto.

Le sonreí a Bárbara con sorna y como una diosa empoderada cuando él colocó sus manos sobre mis caderas y su boca fue hasta la mía, besándome con pasión y totalmente complacido de nuestro arrebato.

Mientras sus ojos continuaban cerrados  cuando me besaba, no dudé en abrir los míos para comprobar que Bárbara se había ido, pero cuando me di cuenta de que se retiró del área, volví a concentrarme en mi hombre y lo besé con amor. Sí, había marcado territorio y comenzaba a preguntarme si realmente Adrián había creado un monstruo en mí.

🔹

Cuando recuperamos el aliento, acaricié sus mejillas y me sonrió muy juguetón. Luego me regaló un disparo de besos sobre el cuello y me hizo cosquillas con su barbilla.

—¡Andy! —me reí, pero él no me hizo caso y continuó causándome cosquillas mientras su miembro seguía en mi interior—. ¡Wayne, ya basta! —solté varias carcajadas—. ¡Tenemos que regresar! ¡Dios mío, tus padres ya se deben haber dado cuenta de lo que estaba pasando en nuestra repentina ausencia!

—Cierto, ¿y? —sujetó mis caderas con posesión y me miró fijamente a los ojos—. A mostrarte la que era mi habitación no es a lo que vinimos aquí y ellos lo saben —se encogió de hombros.

—Pensé que también me la mostraría ahora que echamos un buen polvo —le sonreí.

—¿Sabes qué? —se apartó de mí y cuando se limpió como pudo, me ayudó a limpiarme un poco para ponerme en pie—. Tienes razón. No lo había pensado. Y aunque no es lo más agradable del mundo, no me molestará mostrarte la que fue mi habitación por largos años.

—No te preocupes —le dije cuando ajusté mi vestido—. Solo quiero familiarizarme con el ambiente, ya que tu madre nos invitó a quedarnos esta noche.

—¿En serio? —bufó y se lavó las manos junto a mí—. A veces puede ser muy insistente —me miró con ilusión—. Lo siento. Es que yo nunca había traído una novia formal y debe estar demasiado emocionada con ese hecho.

—Lo sé, Andy. No te preocupes —le sonreí y no dudó en plasmar un dulce beso sobre mis labios.

—Entonces, vamos —zanjó tranquilamente y alzó su mirada demandante sobre mí—. Te mostraré la habitación y luego nos toca un baile.

—¿Un baile? —achiqué los ojos.

—Sí, ya lo verás —sujetó mi mano y salimos del cuarto de baño para dirigirnos hacia la habitación.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora