Capítulo 103.

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Capítulo 103

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Capítulo 103.

Presioné los párpados cuando me removí sobre el cómodo colchón japonés. Si era el día de mi graduación, tenía que admitir que empezaba de maravilla, aunque asumía que ya era un poco tarde. La brisa fresca del mar acariciaba mi desnudo cuerpo entre las sábanas blancas de seda que me cubrían junto a mi novio, quien dormía con su rostro entre mis pechos y ni siquiera se había tomado la molestia de removerse ni un poco.

Algunos pétalos se habían removido por la intensa brisa costanera y el sonido de las olas del mar me resultaba relajante. Estaba siendo un despertar más que perfecto. Ni siquiera quería levantarme del colchón. Solo quería sentir el calor de Adrián y que nuestra burbuja de pasión no acabara. Sin embargo, también tenía que comprobar qué hora era. Estaba suponiendo que eran más de las 12:00 del mediodía por cómo se veía el día.

El olor a sal marina, el cielo azul decorado por el resplandeciente sol sobre la costa, el vaivén de las olas, la frescura de la brisa sobre mi cuerpo desnudo que apenas era cubierto por las sábanas de seda, el hermoso espécimen que tenía por novio durmiendo despreocupadamente entre mis pechos...

«¿Qué más podía pedirle a la vida?». Pensé al soltar un largo y relajado suspiro, porque así imaginaba mi vida. «A excepción de tener a un hombre sensual e hipersexual con su cara metida entre mis tetas, claro. Eso era un extra inesperado». Sonreí para mí misma mientras acariciaba su alborotado cabello lacio.

Adrián presionó los párpados y se removió, apartándose un poco de mí, girándose sobre el colchón japonés como podía para continuar durmiendo. No se había dado cuenta de lo que hacía, pero aprovecharía el momento para estirar mi brazo y buscar uno de los teléfonos más cercanos entre nuestras ropas tiradas. Evidentemente, estaba agotado, así que dejé que continuara durmiendo.

«Uf, eso estuvo cerca». Me dije a mí misma cuando logré salir del colchón para ponerme en pie sin que él se diera cuenta.

Cuando me agaché hasta nuestras piezas de ropa, sujeté uno de los teléfonos de Adrián y miré la hora. Solté un suspiro de alivio al darme cuenta de que no me había equivocado. Eran casi la 1:00 de la tarde. Sin embargo, todavía quedaban un par de horas para la graduación. Además, la ceremonia se celebraría en el Centro de Convenciones de Puerto Rico, a menos de 10 minutos de distancia. Estábamos relativamente cerca.

Observé el mar con una sonrisa nostálgica, porque aunque sería un día muy importante en mi vida, mi padre no podría estar presente. No obstante y para mi alivio, sabía que debía estar muy feliz por mí. Cuando iba a dejar el teléfono de Adrián junto al otro celular y el reproductor de música, fruncí el ceño cuando el artefacto sonó y vibró, avisando que había un nuevo mensaje de su padre:

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora