Capítulo 31.

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True - Spandau Ballet ♪

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Capítulo 31.

Me quedé boquiabierta ante el descaro de Adrián. Negué con la cabeza repetidas veces, sin poder creer lo que había dicho delante de todos mis amigos.

—Nere, quiero que sepas que amo totalmente esta velada —me dijo Kenneth cuando de repente se ubicó a mi lado.

—Yo... —me quedé sin palabras, observando desde mi posición como Adrián se servía otro trago con tranquilidad y como si nada hubiese pasado—. No puedo creer que dijo eso en voz alta —sonreí y me alejé de mis amigos.

Cuando me acerqué a Adrián, me dedicó una mirada abrasadora y prometedora. Era un hecho. Me iba a castigar en cualquier momento.

—Mierda —me mordí el labio inferior y lo miré como una niña traviesa que sabía que se había portado mal—. Lo harás, ¿verdad?

—Por supuesto que te castigaré. Sobretodo, severamente —le dio un sorbo a su bebida.

—Tú también has estado muy explícito —le respondí.

—Porque tú me has llevado a eso —enarcó las cejas—. Desde que llegamos aquí, te he dado toda la libertad del mundo para que hagas y deshagas a tu conveniencia. Pero como todo, Aly, hay consecuencias que cumplir. Lo que has hecho lo implica.

—Pues, si lo implica, que valga la pena cada jodido segundo —me encogí de hombros en sus narices.

—Estás jugando fuerte —me advirtió.

—Según lo que me has enseñado, Wayne, yo no juego.

El ojiverde solo se limitó a asentir y me dejó ganar —por el momento—. Suponía que solo sería cuestión de tiempo, porque en sus ojos verdes percibía el fuego abrasador de puro deseo. Qué Dios me agarrara confesada cuando me quedara a solas con él.

Adrián le dio un sorbo de sopetón a su trago y se lo terminó de repente. Me quedé sorprendida ante su acto, ya que nunca lo había visto tan descolocado ante mí. En mi interior comenzaba a preguntarme si había hecho lo correcto al responderle como lo hice, porque era más que evidente que no se quedaría de brazos cruzados.

«¿Acaso tenía que dudar que la había cagado de buena manera? No, Nere. No tenías por qué dudarlo».

—Ven —tiró de mi mano y nuevamente me guio hasta donde sonaba la música—. Continuemos esta velada familiar como se debe —sujetó mi cintura con posesión y sensualidad—. Disfruta, porque a solas me rendirás muchas cuentas y pienso ser muy severo —sus ojos claros miraron los míos fijamente—. Te juro que tu lengua viperina y la fiera que vive adentro de ti recordarán quien manda y tú misma me lo estarás diciendo en súplicas.

Maldita sea. Sus palabras solo lograban alborotar mi vientre. Nunca dejaría de desearlo con tanta pasión y descaro. Quizá hasta me había vuelto adicta a sus perversiones y manías. Debía aceptar que me gustaba provocarlo en lo absoluto para que ejerciera su poder sobre mí. Solía ser una combinación perfecta, una química detonante.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora