Capítulo 3.

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Capítulo 3

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Capítulo 3.

Podían pasar mil años y aún así yo seguiría viendo al hombre que amaba como si fuese la primera vez. Mis ojos no solo mostraban amor y enamoramiento, ya que también lo observaba con una admiración inevitable.

—Claro que no interrumpes, hijo mío —comentó el doctor Andrés Wayne—. Siéntate.

Al parecer, Adrián ya había estado con ellos, ya que no había saludado a ninguno de los presentes. Solo me saludó a mí y al doctor Yanius.

—Qué novedad verlo por aquí, doctor Yanius —Adrián le extendió la mano y lo miró a los ojos con demasiada seguridad—. Y nada menos que con la señorita Doménech... —enarcó las cejas y luego me miró a mí.

Tragué saliva y extendí mi mano para saludarlo con educación. Cuando nuestras manos se entrelazaron por leves segundos, pude sentir esa corriente eléctrica que viajaba desde ese punto hasta extenderse por todo mi cuerpo. Sin contar que su mirada penetrante me intimidaba y causaba que las palmas de mis manos sudaran un poco.

—Lindo anillo —fue lo primero que me dijo con una leve sonrisa llena de seguridad.

Me ruboricé y con discreción intenté esconder mi mano. Nunca me quitaba el anillo de noviazgo que él me había regalado, pero era consciente de que en situaciones como el momento, la preciada joya llamaba la atención por su resplandor.

Wow... ¡Es realmente precioso! —comentó Lucinda, la esposa del doctor Jaime Bachéeles—. Es una joya impresionante. Entonces, ¿ya está comprometida? —preguntó más emocionada.

Adrián se sentó en su lugar con su porte y elegancia, justo delante de mí, sonriendo tranquilamente como todo un controlador, manipulador y triunfador.

—Bueno... —me aclaré la voz por los nervios, ya que a Adrián siempre le gustaba ponerme en situaciones que me hacían sentir vulnerable ante sus ojos—. Podría decirse que sí. Es decir, es mi anillo oficial de noviazgo —sentía mis mejillas calientes—. Creo que vamos paso a paso. Y me alegro, porque esta persona suele ser demasiado impulsiva para cada cosa. La emoción puede más con él.

Adrián sonrió con más diversión mientras degustaba su copa de vino, tratando de mostrar normalidad.

—¿No me diga? ¿De verdad? —Lucinda estaba más interesada en el asunto—. Bueno, puedo imaginarlo cuando esa hermosa joya entre tus dedos solo resulta ser la representación de un noviazgo oficial.

—Así son las personas con buen sentido del humor por los detalles —añadió Adrián con descaro—. Para esa persona debe ser de suma importancia la representación de ese anillo. Supongo que a ese hombre le urge que usted muestre lealtad y compromiso hacia su persona. Quien sabe... —volvió a enarcar las cejas y luego esquivó mi mirada para darle otro sorbo a su copa de vino.

—Entonces, su pareja debe ser alguien muy comprensivo y seguro en cuanto a sus asuntos médicos, señorita Doménech —añadió el doctor Bachéeles—. Creo que esa persona comienza a caerme bien —observé sarcasmo en sus ojos cuando su mirada se dirigió hacia Adrián por leves segundos—. Supongo que debe entender la vida ocupada que tiene, ya que usted es casi oficialmente una doctora.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora