Capítulo 37.

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Capítulo 37

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Capítulo 37.

(Adrián).

No podía negarlo; darle sexo oral a Alysha se encontraba entre mis pasatiempos preferidos. Es más, aún no podía olvidar como le di placer con mi boca cuando dormía entre mis sábanas. Aquella vez no lo pude evitar, ya que mis padecimientos me dominaron sin precedentes. Aunque, para ser sincero conmigo mismo, cuando se trataba de ella, mis desviaciones se alteraban en todo el sentido de la palabra.

Sin embargo, en el momento, estaba ubicado entre las deliciosas piernas de Alysha, mirando su sexo totalmente empapado después de haberse venido un par de veces. La situación me hizo recordar aquella vez cuando le hice lo mismo.

***

Estaba a punto de amanecer cuando relamí mis labios, saboreando el dulce néctar de mi jovencita. Aunque su sueño era jodidamente pesado y no se había despertado, había logrado que me regalara dos orgasmos. Prácticamente, ella había mojado las sábanas bajo sus piernas. No obstante, eso no me impotaba en lo absoluto, porque me sentía orgulloso de mi cometido. Hasta inconsciente le hacía saber a su cuerpo que me pertenecía.

Alysha frunció los labios más que relajada y se removió un poco. De repente, sonrió como un bebé cuando sueña con los angelitos. Esa situación me hizo comprobar que se sentía satisfecha, a pesar de que no se había dado cuenta.

«¿Qué estaría soñando?».

Sonreí con cierta malicia y no pude evitar posar un beso en cada muslo de sus piernas. Acaricié su empapado sexo con mis dedos y luego dirigí dos de ellos hacia mi boca para chuparlos, ya que disfrutaba el sabor de mi Aly. Luego dejé un camino de dulces besos desde una de sus rodillas hasta su pantorrilla.

***

Revivir aquel recuerdo solo me motivó mucho más para continuar mi cometido.

—Andy, por favor, necesito que continúes —podía escuchar la desesperación en su voz cuando volví a la realidad.

—Sabes lo mucho que me fascina que me supliques así de desesperada. No dejes de hacerlo y dime de quien eres —le ordené con seguridad, porque ella tenía que ser obediente.

—Soy tuya, mi amor —gemía al remover sus caderas sobre la cama—. Sabes muy bien que te pertenezco, así que, por favor, hazme venir. Quiero más, Andy.

—Adoro con locura que seas así de obediente —susurré entre sus piernas y las elevé para colocarlas sobre mis hombros—. Quiero dejarte exhausta, bebé.

Me fascinaba por completo verla expuesta, mojada y llena de espectativas. Sabía a la perfección que después de ignorar sus deseos carnales, causaría que ella estuviese mucho más vulnerable que al inicio. Además, la necesitaba justo así si quería ser severo en cuanto al castigo que tenía ideado.

Muerto de sed por ella, comencé a lamer y chupar su clítoris una vez más. Tracé mi lengua por los alrededores de su vagina, creando cosquillas placenteras que la hacían arquearse sobre el colchón. No pensaba detenerme ni un momento. Suponía que ya había reposado lo suficiente como para que se viniera en mi boca por tercera vez.

—Sí, sí... —continuaba gimiendo con la voz ahogada cada vez que mantenía mi lengua sobre su clítoris, sin despegarla ni un poco. Necesitaba torturarla de puro placer—. ¡Mierda, Andy! ¡Qué rico! ¡Sigue, por favor! ¡Te lo suplico!

—Suplícame más —introduje mi dedo corazón en su sexo y lo moví con facilidad gracias a lo húmeda que estaba.

—Te lo suplico, carajo...

—¿Me vas a poner esos ojos en blanco cuándo te vengas? —también introduje mi dedo índice y luego expandí ambos en su interior, separando aún más sus pliegues.

—Dios...

—Dios no te salvará en estos momentos de esto —mordí con suavidad los hinchados labios de su exquisita vagina.

—¡Por favor, Adrián! —me gruñó muerta de deseo.

—Exactamente —hundí mis dedos con más seguridad, sintiendo la curvatura de su interior, esa que me hacía saber que estaba en la dirección correcta, en la medida perfecta para hallar su punto G.

—¡Wayne! —tiraba de las vendas que la sujetaban.

—Eso es —la animé al mover mis dedos con rapidez y sin ningún tipo de pena, percibiendo desde mi posición como sus ojos estaban a punto de irse en blanco—. No tengo ni que preguntar si esto te gusta, malcriada —me sentía muy motivado para hacerla llegar al clímax.

—¡Ay, sí! —gimió con fuerza cuando se derramó en mi mano.

Sonreí con arrogancia cuando la hice experimentar un catártico squirt. Ella no paraba de chorrear el líquido que tanto ansiaba. Su cuerpo no dejaba de temblar con violencia y sus ojos en blanco alimentaron mi ego en lo absoluto. Me sentía completamente lleno al hacer bien mi trabajo en el ámbito sexual.

Cuando disfruté de su desmayo momentáneo, dejé que recuperara la consciencia solo un poco y luego me acerqué al cabezal de la cama para desatar las vendas. Sin embargo, agarré su cuello y rocé sus labios con los míos desde su vulnerable posición.

—Soy yo quien mando, ¿entendido? —la miré fijamente a sus dulces ojos y como pude la posicioné boca abajo, elevando su delicioso culo—. Manos atrás —le ordené con la voz firme, pero ella casi no podía con el peso de su cuerpo—. Sé que sientes que estás flotando en una nube, pero ahora te toca el castigo. Así que sé buena niña y abre más esas piernas —con las mismas vendas que había usado para el cabezal de la cama, las até con más fuerza sobre sus muñecas—. ¿Lista para ser toda una putita con papi?

No me respondió.

—No me hagas repetirlo —azoté su culo con fuerza y eso la hizo aterrizar.

—No-No lo sé... —balbuceó.

—Ahora lo sabrás, Aly —me levanté de la cama y la dejé colocada en cuatro, con el culo sumamente expuesto ante mis vistas—. Aunque ahora mismo no sientas seguridad en lo que dices, igual anhelas que yo haga contigo lo que me dé la gana —sujeté el cinturón de mi pantalón y me ubiqué en el borde de la cama—. Sin embargo, yo me siento listo para implantar el castigo. Vas a recordar que, quien te hace venir como una ninfómana, es tu hombre —a pesar de que ella no me podía ver desde su posición, me incliné y jalé su cabello, asomando mi boca sobre su mejilla—. Eres jodidamente mía.

Un gemido desesperado se escapó de su boca, uno que me hizo enarcar las cejas con arrogancia para mirar entre sus piernas cuando recobré la compostura. Alysha había tenido otro orgasmo. No pude evitar sonreír con seguridad. Mi oscuro ángel estaba totalmente descontrolado.

—Pero claro que estás lista... —mordí mi labio inferior con perversión, listo para mi cometido.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora