Capítulo 39.

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Capítulo 39

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Capítulo 39.

—¿Te sientes bien? —me preguntó Adrián, pero sentí como se tensó un poco.

—Sí, mi amor. Solo estoy un poco agotada.

—Más bien, exhausta —corrigió.

Ambos nos encontrábamos recostados en el interior de la bañera mientras disfrutábamos del agua caliente. El vapor en el baño resaltaba. Continué con mis ojos escondidos en el cuello de mi hombre. Él tenía razón, ya que me sentía exhausta. Sin embargo, no quería apartarme ni un momento de su lado. Me hacía sentir segura y protegida, porque me sujetaba como si fuera una bebé.

Adrián se había encargado de bañarme y de masajear mi cuerpo con paciencia para liberar la tensión que había experimentado después de una gran sesión de sexo ardiente. El ojiverde había lavado cada parte de mí como si no hubiese un mañana, cuidándome como solo él sabía hacerlo.

—Ahora es tu turno del baño —muerta de sueño y con los ojos entrecerrados, sujeté una esponja y comencé a lavar su pecho, como si eso fuese un gran avance.

Adrián puso los ojos en blanco y posó su mano sobre la mía.

—Nunca te das por vencida, ¿verdad? —besó mis labios con pasión.

No pude evitar acariciar sus pulcras mejillas. Miré sus hermosos ojos verdes y tracé mi dedo índice sobre su frente cubierta de mechones mojados y luego sobre su nariz.

«¿Cómo un ser tan perverso en lo sexual podía ser tan jodidamente hermoso?».

—Quiero más de eso que me has dado. Qué rico eres. Y no me refiero a tu absurda riqueza económica —balbuceé, refiriéndome al sexo y logrando que él enarcara las cejas con suma impresión.

—Ahora mismo lo que necesitas es dormir —sonrió para mí. Amaba esa sonrisa despreocupada. Se veía más hermoso de lo que era—. Admito que estoy más que sorprendido. Antes superabas todas mis expectativas, pero ahora mismo las has destruido en el buen aspecto.

—Eras tú quien pensaba que yo no podía aceptar tus manías y tus mierdas, Wayne —le sonreí con los ojos entrecerrados—. Créeme que te amo tal y como eres, mandón.

Adrián se quedó mirándome con atención. Aunque mantenía la compostura, parecía preocupado de mis sinceras palabras.

—¿En serio? —se ruborizó.

—Sí, aunque no sé por qué todavía te la pasas dudando en cuanto a ti —a pesar de que estaba agotada, le puse los ojos en blanco.

—Te llevaré a la cama —sonrió como un niño bueno y se levantó conmigo en brazos.

Cuando me ayudó a secarme, él mismo cepilló mi cabello con paciencia.

—Déjalo ya, Wayne —intenté apartar su mano de mi cabeza.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora