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Aquella noche transcurrió tranquila, bañada por una calidez y una comodidad casi doméstica en una esquina del sofá.

Allí, con las luces apagadas y acurrucados el uno contra el otro, ambos chicos disfrutaron de la cercanía de sus cuerpos y de un par de películas, en compañía de un adormilado gato.

Lo hicieron hasta altas horas de la madrugada, cuando Yoongi comenzó a caer dormido y tuvo que ser prácticamente arrastrado hasta la habitación por el castaño, maldiciendo en voz baja y avisando de que no pensaba despertarse antes de las tres de la tarde mientras bostezaba.

Jimin sabía que hablaba completamente en serio, por lo que por ese mismo motivo, fue por el que se sorprendió al haber despertado completamente solo en la cama del chico.

Cerró los ojos, ignorando la luz que entraba por la ventana y volteando su cuerpo hasta quedar boca abajo en el colchón.

Entonces, con un gruñido, se estiró.

Las sábanas estaban frías a su lado, y eso le hizo fruncir el ceño al procesar que Yoongi debía haberse despertado hacía un rato.

Supo que debía salir de ahí, quitarse las sábanas de encima y abrir los ojos de una vez por todas, pero perezosamente, alargó ese momento todo lo que pudo, deleitándose con el ligero peso de las sábanas sobre su cuerpo y de la sensación de estas sobre sus brazos desnudos.

Y casi como si lo hubiese hecho deliberadamente para dificultar su tarea, un pequeño peso subió de manera ágil en el colchón, apegándose a su cuerpo y escurriéndose bajo uno de los brazos del chico, maullando mientras frotaba con suavidad su cabeza contra la mejilla de un todavía somnoliento Jimin.

El chico sonrió, entreabriendo uno de sus ojos para mirar al animal; y como si creyese que este podría entenderle, le maulló de vuelta.

Permaneció allí durante unos minutos más, disfrutando del silencio de la habitación y de la sensación cálida de los rayos de sol contra su mejilla, mientras era capaz de notar el modo en que su cuerpo amenazaba con hacerle caer dormido de nuevo.

Tuvo que luchar contra sí mismo para no hacerlo; y a regañadientes y después de autoconvencerse encarecidamente, se impulsó en la cama, sujetando el peso de su cuerpo con los antebrazos, y abrió los ojos, teniendo que parpadear repetidas veces para acostumbrarse a la luz que entraba a través de las cortinas.

Sus ojos se posaron entonces en su teléfono, y alargando uno de sus brazos, lo tomó de la mesilla.

Suspiró entonces, volviendo a tumbarse, esta vez sobre su espalda; y solo en ese momento, miró la hora desde que se había despertado.

Casi medio día.

Una extraña sensación recorrió su cuerpo.

Había culpabilidad en ella, pero a la vez, había cierto deje de satisfacción; la misma satisfacción que podías sentir al hacer algo prohibido de pequeño.

Esa leve euforia entremezclada con una diversión culposa de la que no eras capaz de arrepentirte.

Debería estar en clases.

Debería haber estado allí desde hacía horas; pero después de haber estado pensándolo la noche anterior, había llegado a la conclusión de que lo mejor sería mantenerse alejado del instituto durante un tiempo.

—¿Qué vas a hacer ahora?—Había preguntado Yoongi, rodeando su cuerpo con uno de sus brazos a fin de atraerle hacia él en el sofá.

Jimin había mirado las imágenes que se reproducían en la pantalla de la televisión durante unos segundos antes de responder.

fe(male) ◇YM◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora