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—Queridos hermanos y hermanas—Dijo el obispo con tono solemne—Esta Santa Misa la celebramos por el alma de la difunta Min Youngmi, a quien, de todo corazón, expreso mi compasión humana y cristiana, como también a todos los miembros de su familia.

El día era gris.

No solo porque el cielo estuviese encapotado por las nubes y por la lluvia que había estado azotando la ciudad hasta hacía apenas una hora; sino porque el día en sí era de ese color.

Era un día gris; un día triste, ciertamente cruel, y totalmente carente de cualquier tipo de ilusión.

Y a pesar de que la tormenta había dado un respiro, el cementerio estaba completamente inundado por el olor de la humedad sobre el terreno y las lápidas de piedra.

Yoongi miraba fijamente la tierra removida bajo la que estaba el ataúd cerrado en el que descansaba el cuerpo de su madre; su mente estaba en blanco, completamente ausente de aquel lugar y aquel momento.

Podía escuchar al hombre en la distancia, pero era incapaz de entender sus palabras, pues estas se confundían por el eco con el  que llegaban a su mente.

—Ante la muerte humana, la propia y la de nuestros seres queridos, cada uno de nosotros se queda con el corazón conmovido, la mente obnubilada y la mirada triste. Dios tiene derecho de llamar a sí de este mundo a la mansión eterna a quién desee, cuando desee, y del lugar y de la forma que Él quiera. 

Tuvo que contener una risa irónica al percibir aquella última frase.

Menudo montón de mierda.

—Él es el Creador de nuestro cuerpo y de nuestra alma, el Señor absoluto del tiempo y de la eternidad, de los ámbitos materiales y de las esferas espirituales, y por eso, todos estamos ante Dios en actitud de humildad y fe. 

Jimin estaba junto a él, con la cabeza baja y la mirada fija en la lápida de piedra que tenía la inscripción de su madre.

"Im Youngmi", y junto al nombre, solo adornaban las dos fechas de su vida; la del inicio y la del fin.

Im Youngmi, porque el azabache recordaba cómo su madre había dicho alguna vez que hacía años que había dejado de estar casada; aunque a pesar de sus palabras, la alianza de bodas siguió adornando su dedo hasta el último día.

Yoongi todavía estaba sorprendido de haber podido arreglar todo aquello tan rápido.

La mujer había muerto tan solo tres días atrás; el primero había estado en la morgue del hospital, esperando a algunos exámenes en el interior de la cámara frigorífica.

Dos días habían tardado.

Y allí estaban ahora; directamente del hospital al cementerio.

Por ello la ceremonia estaba siendo allí mismo; una ceremonia que él desearía no haber hecho nunca.

Una ceremonia que su padre se había encargado de arreglar hacía años atrás.

Fue al poco de irse de vuelta a Daegu, cuando Yoongi todavía se molestaba en abrir sus cartas.

Había creado un fondo bancario en el que iría ingresando algo de dinero de vez en cuando.

"Por si os pasara algo" era lo que había escrito en la carta; pero ambos sabían a qué "algo" se refería.

Yoongi había tomado lo mínimo, de todos modos ni siquiera pensaba hacer aquella ceremonia de no haber sido porque el obispo contactó con él un par de días antes; al parecer su padre también había arreglado aquello antes de irse.

fe(male) ◇YM◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora