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Jimin bajaba lentamente las escaleras, aferrándose a la barandilla con una de sus manos mientras, concentrado, leía los mensajes que aparecían en la pantalla de su teléfono.

—¿Jimin?—Preguntó su madre desde la cocina, provocando con su llamado que el chico se detuviera a un escaso metros de la puerta de entrada.

El castaño se mantuvo estático en su sitio, jugando distraídamente con las llaves mientras esperaba a que su madre reclamase su presencia.

Pero para su sorpresa la mujer se mantuvo en silencio, siquiera habiendo salido de donde se encontraba.

—¿Si?—Inquirió tras unos segundos de silencio.

Y viendo que ella seguía sin contestar, el chico se encaminó a la cocina, algo confuso por la situación.

—¿Madre?

—¿Vas a salir?—Cuestionó tan pronto como el muchacho hubo cruzado el umbral de la puerta.

—Si—Respondió con simpleza observando cómo la mujer ponía la tetera sobre el fuego.

Algo no andaba bien; porque a pesar de haber retomado el comportamiento que siempre había tenido con él, Jimin era capaz de notar por la actitud de su madre que algo pasaba.

Ya de por si era extraño que, a diferencia de lo que acostumbraba, la señora Park hubiese pasado un par de semanas sin hacer ninguna pregunta cada vez que su hijo salía o volvía a casa; sin mirarle con duda cuando cruzaba la puerta, ni cuestionándole qué había estado haciendo. Donde. Con quién.

Se había desentendido mágicamente de él dándole prácticamente absoluta libertad cada vez que salía, no interfiriendo en el modo en que iba vestido o a la hora a la que volvía.

Y aquello había sido raro, pero Jimin había aprendido a no cuestionar ese tipo de cosas, simplemente sabía que debía aprovechar cada ocasión que se presentase de librarse de ello.

Sin embargo, es bien sabido que tal y como llegan las cosas, se van; y ese proceso parece ser incluso mas rápido cuando se trata de algo positivo.

Y a pesar de haber vuelto a la normalidad, había algo que no se sentía precisamente ordinario en el modo en que su madre estaba actuando en ese momento; tan calmada frente a él, realizando aquella tarea con lentitud y precisión después de haberle atraído hacia donde ella se encontraba.

No, sin duda algo estaba ocurriendo.

—¿Adónde vas?—Preguntó finalmente.

Jimin frunció levemente el ceño, confundido por el nuevo y repentino cambio de actitud por parte de su madre.

—Eunjin y yo vamos a ir a la biblioteca, tenemos examen de liter-

—¿Con Eunjin?

—S-si—Respondió con un deje de duda, con el ceño aún fruncido y sin poder evitar que una suave sonrisa confusa se deslizase por sus labios—¿Por qué lo-

—¿Por qué me mientes?

El castaño abrió la boca sorprendido, riendo con incredulidad tras la pregunta.

—No estoy mintiéndote—Dijo.

Y era cierto; no mentía, no en esa ocasión.

—Sé la verdad, Jimin. ¿Acaso quieres verme cara de estúpida?

Fue en ese preciso instante, en el que el chico pudo sentir claramente cómo su respiración se quedaba atascada en su garganta momentáneamente, disparándose a la vez que el latido de su corazón.

fe(male) ◇YM◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora