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Los pasos de Jimin sobre el suelo de mármol resonaron entre las altas paredes de la iglesia casi vacía.

Caminó entre los bancos, acercándose con cada paso al altar y se sentó, solo, en una de las filas delanteras.

Cruzó las piernas a la altura de los tobillos y alisó la tela de su falda sobre sus muslos, para posteriormente colocar una de sus manos sobre el crucifijo que colgaba en su pecho y mirar fijamente las imágenes que había frente a él.

No supo exactamente cuanto tiempo estuvo así hasta que sintió una silenciosa lágrima deslizar sobre su mejilla y caer sobre la mano que había apoyada en su regazo; y en ese momento apoyó los codos en el banco que había frente a él y ocultó la cara tras sus manos entrelazadas, tratando de ahogar sus silenciosos sollozos.

Su cuerpo se deslizó hacia abajo lentamente, de manera inconsciente, hasta que sus rodillas desnudas se hincaron en el frío suelo.

—Tenme piedad, oh Dios—Murmuró con la voz entrecortada a la vez que las lágrimas seguían rodando por sus ya húmedas mejillas—Según tu amor, por tu inmensa ternura borra mi delito... Te lo ruego—Sollozó tratando de no hacer demasiado ruido—Lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame.  

   ◆◆    

Jimin caminaba por el pasillo casi desierto a la hora del almuerzo, en dirección al comedor escolar.

Estrechaba un par de cuadernos contra su pecho con la finalidad de dejarlos en su casillero antes de reunirse con Taehyung y su novia Eunjin en la mesa en la que comían juntos cada día.

Sin previo aviso, cuando estaba a apenas unos pasos de llegar a su taquilla, un repentino obstáculo en su camino hizo que perdiese el equilibrio y cayese de bruces al suelo.

Y con suerte, gracias a sus rápidos reflejos, logró frenar la caída con sus manos.

—Deberías mirar por donde andas, Jimin—Dijo alguien poniéndose frente a él.

No necesitó alzar la cabeza para saber de quién era aquella voz, al igual que sabía que aquella caída se debía al pie que había puesto el chico en su distraído camino hacia su taquilla.

—¿Estás bien?—Preguntó el muchacho con una sonrisa burlona, agachándose hasta quedar prácticamente a la altura de su rostro.

Jimin asintió, a pesar de sentir un molesto ardor en las rodillas y palmas de sus manos.

Hoseok le miró con superioridad sin decir palabra, bebió del vaso semitransparente que tenía entre las manos, y bajó la mirada a uno de los cuadernos que había ahora en el suelo.

—No te imaginaba así—Dijo agarrando una de las hojas sueltas que había salido de entre los libros de Jimin, una de las hojas que contenían dibujos y garabatos; una hoja con un dibujo de un busto femenino—Jamás pensé que serías un sucio pervertido—Sonrió.

Jimin le arrancó el papel de las manos rápidamente y lo guardó entre dos de sus libros, a la vez que los volvía a apegar contra él.

—¿Sabes? Siempre he creído que eras asquerosamente torpe—Dijo antes de volver a beber de su batido.

El menor frunció el ceño.

—¿Por qué lo di-

Pero se obligó a guardar silencio cuando sintió el frío y espeso líquido rosado que contenía el vaso de plástico que Hoseok estaba agarrando entre sus manos, escurrir por su flequillo, y deslizarse por el puente de su nariz.

—Deberías tener mas cuidado y mirar por donde andas—Dijo antes de levantarse, dar media vuelta y marcharse del desierto pasillo en el que se encontraban.

fe(male) ◇YM◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora