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Desde que las clases habían finalizado, habían transcurrido prácticamente tres semanas.

Más concrétamente, dos, desde que Jimin se había marchado a Busan a celebrar el nuevo año lunar.

Tal y como Yoongi había dicho, no se había presentado a la graduación; y Jimin, tras la insistencia de su madre de ir con él, había terminado por negarse, ya que de haber asistido, la mujer no habría parado hasta obligarle a usar uno de sus vestidos.

Y eso por supuesto era una idea inviable.

Aquello desembocó en una leve discursión con su madre; y tan solo unos días después, la situación empeoró con el regalo que Jimin compró para Jungkook por San Valentín.

La mujer no parecía lo mas mínimamente contenta con la idea de obsequiar al chico con aquel videojuego del que llevaba semanas hablando; pero a juzgar por su enorme sonrisa aniñada, Jimin podía jurar que el menor había amado aquel regalo.

Y honestamente, la molestia de su madre no podía importarle menos; él quería agradecer al chico por encubrirle, no cortejarle con unos chocolates. 

Jimin no se preocupaba, sabía que poco a poco la mujer se olvidaría de aquella minucia sin importancia; pero por el momento, no había podido evitar sentir como el ambiente se tensaba cuando ambas quedaban a solas.  

Y en el escaso tiempo que Jimin había pasado en Busan, se había dado cuenta de un par de cosas. 

Que realmente extrañaba aquel lugar, donde cada calle y cada rincón le recordaban a su padre, logrando llenar su cuerpo de una agradable calidez que no sabía que necesitaba sentir en ese momento.

Y muy a su pesar, que Jungkook tenía razón.

Quizás si que era cierto que le gustaba Yoongi.

Por supuesto, esa idea le aterraba, porque las cosas que podían salir mal por aquello eran una infinidad, pero ya no se molestaba en seguir negándoselo a sí mismo; por poco que le gustase la idea de ese sentimiento, no ganaba nada reprimiéndolo.

Por mas que tanto Jungkook como Taehyung le hubiesen dicho innumerables veces que no había nada de malo en que a un hombre le gustase otro hombre, Jimin siempre había crecido con unos ideales completamente opuestos a ello; y por mas que no sentía del todo mal sentirse atraído por Yoongi, tampoco se sentía completamente correcto.

Pero, porqué otro motivo iba a releer prácticamente cada día las escasas conversaciones de mensajes que había mantenido con el chico desde que se conocían.

En las casi tres semanas que había estado alejado de Seúl, había extrañado a Yoongi como jamás imaginó que lo haría.

Extrañaba la manera en que sus encías eran visibles cuando sonreía, extrañaba como le miraba cuando dibujaba o como su voz sonaba algo ronca cuando murmuraba, extrañaba tomar café con él, sentado en el suelo y rodeado de discos antiguos, y extrañaba la suave fragancia a coco que emanaba de la piel del chico.

Le extrañaba de una forma en la que no extrañaba a un amigo cualquiera; había algo más.

Y le asustaba darse cuenta de que sonreía al pensar en ello, y que su estómago se agitaba involuntariamente al recordar cada roce involuntario entre sus cuerpos.

Se sentía bien; pero al mismo tiempo se sentía como si estuviese cometiendo el peor crimen que alguien podía llevar a cabo.

Por ello rezaba cada noche antes de ir a dormir, arrodillándose a los pies de su cama, tratando de redimirse del peso de su culpa.

Había disfrutado de aquellas vacaciones; pero al mismo tiempo, no encontraba el momento para que estas llegasen a su fin, para así poder volver de una vez por todas a Seúl y ver a Yoongi.

fe(male) ◇YM◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora