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"Mierda"

Jimin maldijo internamente en el mismo instante en que se percató de que estaba despierto, aborreciendo la simple idea de estarlo.

Detestó haber tenido que hacerlo, ansiando con todas sus fuerzas poder volver a aquel estado de inconsciencia en el que no debía preocuparse por nada.

Y por mas que quiso, desgraciadamente y para su mala suerte, ahí estaba, despierto en la cama y sin querer salir de ella, deseando que lo acontecido horas atrás hubiese sido una horrible pesadilla de la que afortunadamente había logrado escapar.

Aquel no era el caso.

Jimin estiró sus brazos hacia el frente, deslizándolos sobre la superficie del colchón hasta que sus manos dieron con una pared; una pared que no se suponía que debiese estar ahí.

Frunció el ceño, sin entender dónde se encontraba y reparando entonces en el peso que descansaba sobre la curva de su cintura; y finalmente, abrió los ojos, percatándose de la penumbra que bañaba aquella habitación que no le pertenecía.

Y tardó algunos segundos en comenzar a unir los puntos en el interior de su cabeza, reconociendo lentamente el lugar en el que estaba.

—¿Yoongi?—Llamó con la voz rota, dándose cuenta entonces de lo mucho que le dolía la garganta.

El peso que rodeaba su cuerpo (el cual logró identificar como un brazo), se deslizó bajo la ancha camiseta que llevaba y acarició con la punta de sus dedos la piel desnuda de su estómago.

—Dime—Susurró a escasos centímetros de su nuca, enviando un escalofrío que recorrió el organismo del menor de pies a cabeza.

Reparó entonces en la cercanía que sus cuerpos tenían, en el calor que sentía abrazándole y que parecía emerger de su espalda; un calor perteneciente al mayor, que, aunque se encontrarse a unos centímetros de él, aun era capaz de brindarle calidez.

Jimin no contestó, limitándose a unir poco a poco los recuerdos que iban apareciendo en su mente, todavía demasiado nublada por el reciente despertar.

Odió sentirse tan lento.

—¿Qué pasa?—Cuestionó con suavidad tras unos segundos de silencio por parte de su novio.

Jimin negó contra la almohada.

—Solo quería saber si estabas ahí—Contestó con la voz áspera.

Se percató entonces del modo en que ardía su garganta al hablar, demasiado irritada después de las largas horas que había pasado llorando.

—Siempre voy a estar ahí.

Pudo sentir cómo los labios de su novio se posaban entonces sobre su nuca, besando justamente encima del lunar que adornaba su piel allí.

—¿Cómo estás?—Preguntó el menor tras unos segundos.

Pudo oír a Yoongi riendo nasalmente a sus espaldas, reanudando con las caricias que había detenido en algún momento sin que el castaño se hubiese dado cuenta de ello.

—No me puedo creer que después de todo lo que ha pasado, seas tu el que me pregunte eso—Musitó el azabache con una clara sonrisa en su voz, rozando ligeramente la punta de la nariz contra el mismo punto en que había besado segundos atrás.

Una que Jimin no supo si era sincera, o si estaba cargada de la mayor tristeza.

Y entonces, torpemente, volteó su cuerpo entre sus brazos, todavía bajo su abrazo.

La mano del mayor quedó entonces acariciando su espalda; y la mirada del menor escrutó su rostro, observándole gracias a la escasa luz proveniente de la calle que era capaz de iluminar su silueta.

fe(male) ◇YM◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora