79

2.1K 257 355
                                    

Dicen que el tiempo vuela.

Dicen también que el tiempo transcurre más rápido cuando estás pasándolo bien.

Jimin debió verdaderamente disfrutar aquella tarde, pues antes de que pudiera percatarse, el sol comenzaba a ponerse tímidamente detrás de los altos edificios, perdiendo su fuerte brillo y dando paso a unos más tenues rayos.

Yoongi miraba con atención un teclado a través del gran escaparate de una tienda de música del centro; y él, parado a su lado, sujetaba un par de bolsas con una de sus manos mientras que saboreaba el café con hielo que había tomado de manos de su novio hacía apenas unos minutos atrás.

—¿Te gusta?—Le preguntó, atrapando la pajita de plástico entre sus dientes frontales y volteando hacia la cristalera a fin de mirar con detenimiento el instrumento.

El azabache asintió brevemente.

—Siempre he querido tener un piano en casa—Dijo de manera distraída—Sé que a mi madre le habría encantado oírme tocar.

Jimin le miró de soslayo, moviendo la cabeza de manera afirmativa.

—Fue ella quien me enseñó a tocar cuando era pequeño, ¿sabes? Teníamos un piano en casa, pero tuvimos que venderlo cuando las cosas se complicaron—Murmuró, casi exhalando, como dicho para él mismo; como un pensamiento en voz alta—Un piano marrón precioso.

El menor le dedicó una pequeña sonrisa, devolviéndole el café al azabache y aprovechando para acariciar el dorso de la mano de este cuando se tocaron al pasar la bebida.

No quiso decir nada después de ello, demasiado ensimismado observando el perfil de su novio, quien a su vez escaneaba el teclado que había frente a ellos, al otro lado del cristal.

Fue como si no hubiese querido sacarle de sus pensamientos.

Como si no hubiese querido alterar el estado en el que el mayor se encontraba.

No parecía triste, pero sí algo melancólico.

Tampoco lucía excesivamente turbado o preocupado, a pesar de que sí se le veía sumido en su propio mundo.

Metido de lleno en sus propios pensamientos.

Parecía calmado.

Sereno.

—¿Te he hablado alguna vez del señor Choi?—Preguntó repentinamente, mirando al menor por encima de su hombro antes de volver a mirar el piano a la par que bebía de su café.

Jimin negó.

—No más que algunas cosas sin importancia.

Fue Yoongi quien ahora asintió.

—Una vez, al poco de haber empezado a trabajar en la tienda, le pregunté al señor Choi si podía llevarme el piano que hay en la trastienda, el del estudio de grabación—Comenzó, con una suave sonrisa en los labios—Aquella era como la sala prohibida, ¿sabes? Nadie podía entrar allí excepto él, y aún así, raramente se usaba el equipo; así que, evidentemente, me dijo que no. Después de mucho insistir, y al cabo de algunos meses trabajando allí, supongo que acabó encariñándose de mi y me dejó entrar en el estudio. Nunca olvidaré ese momento—Contó, mirándole con los ojos chispeantes; como si un brillo propio los iluminase—Y cuando un día me llamó para decirme que había escuchado una de mis producciones... Pensé que no volvería a dejarme entrar allí por haber usado el equipo de producción sin su permiso; pero en lugar de ello me dio una copia de las llaves de la puerta trasera, y me dijo: "ahora puedes entrar cuando quieras, sigue haciendo lo que haces."

Una extraña sensación colmada de calidez creció en el pecho de Jimin; y a juzgar por la manera en la que el mayor narraba aquella historia, supo que también se encontraba en el suyo.

fe(male) ◇YM◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora