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Después de aquello, todo permaneció en una calma casi aterradora.

Una tranquilidad que casi pareció querer guiarles hasta el mas fatídico de los desenlaces.

Esperando a que bajasen la guardia para permitir que todo se desencadenara.

Y, ¿al final?

Al final nada.

En los pocos días que llevaba allí, Jimin parecía haberse integrado mágicamente bien entre sus compañeros de trabajado.

Yoongi, por su parte, transcurría las horas del suyo mirando fijamente en dirección a la puerta, completamente alerta por si la madre del menor volvía a cruzar el umbral de esta.

No lo hizo.

No lo hizo durante aquellos tres días que pasaron desde el final de todos los exámenes.

Y casi pareció como si lo único por lo que debiesen preocuparse, fuera la llegada de los resultados finales de aquel curso que acababa de terminar.

Al menos, hasta ese momento.

Porque allí y entonces, Yoongi se sentía un manojo de nervios casi imposible de controlar.

Era absurdo.

Y sentado en aquella mullida butaca en la que se sentía horriblemente incómodo, una de sus piernas se movía a un ritmo tan acelerado que era prácticamente frenético, golpeando de manera incontrolable el suelo con el talón de su zapatilla y creando un repiqueteo que hacía eco por toda la silenciosa habitación.

Su mano sujetaba la de Jimin, creando círculos en el dorso de esta como si quisiese mantener toda su atención focalizada en ello a fin de distraerse inútilmente, pues aun sintiendo al menor sentado completamente tenso en el sillón que había a su lado, sus ojos no se despegaban del doctor que se sentaba al otro lado de la mesa de despacho, dedicándole unas penetrantes miradas que dejaban más que en claro que aquel constante sonido creado contra el suelo no le resultaba lo más mínimamente agradable.

Y si él se sentía de ese modo, no quería imaginar como debía hacerlo Jimin, que se escondía tras una fachada de tranquilidad prácticamente inquebrantable, a pesar de que el modo en que mordía su labio inferior y se aferraba a la mano del contrario le delataban.

Jimin, que miraba en dirección al doctor con los orbes cargados de ansiedad, observando con atención cómo este leía los documentos facilitados por el padre de Jin, aquellos que los tutores legales del menor debían firmar para poder comenzar el tratamiento hormonal.

Aquellos para los que Jimin había pensado en falsificar la firma de su madre, aun sabiendo lo peligroso que podía resultar algo como eso, impulsado por un momento de desesperación al recordar y comprender que no importaba cuánto lo deseara, no podría comenzar el tratamiento sin ese estúpido garabato.

"—Debe haber otra manera—Había dicho Yoongi un par de días atrás."

No le faltaba razón; afortunadamente para ellos, la había.

"—No sé que hacer—Había dicho Yoongi con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones vaqueros y uno de los hombros apoyado contra el marco de la puerta que separaba la tienda del estudio.

Jin le había mirado sin comprender.

—¿Perdona?—Se había disculpado, pausando la pista que se reproducía a traves de sus grandes auriculares, quitándolos de sus orejas y dejándolos descansar en su cuello.

—Que no se qué coño hacer ahora—Repitió, no pudiendo contener una mueca de derrota en el mismo instante en que miraba por encima de su hombro, contemplando el local completamente vacío a excepción de ambos.

fe(male) ◇YM◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora