Él era el chico más guapo e insistente que nunca jamás vio. Y Aura sabía que eso no era una excusa, pero...
¡Pero, cada vez que se alejaba necesitaba volverlo a ver!
Se volvió adicta. Lo empezó a necesitar de una manera loca y enfermiza. Transformo...
Perfecto, permíteme demostrarte que estás equivocado.
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...
"And sometimes I have kept my feelings to myself, because I could find no language to describe them in."
-Jane Austen.
Capítulo 75 - Ya lo he pensado.
Pasé dos semanas mirando el televisor, comiendo hasta sentir que cada partícula de mi piel se hinchaba, y llorando con la nueva temporada de Grey's Anatomy; encerrada en mi habitación.
Que, por cierto: Maldita Shondra. Deja de arruinar vidas y déjalos ser felices.
Los únicos que se habían permitido entrar a mi cueva eran Antón, Danielle y las llamadas de Belle.
Cada uno se asustó cuando encontraban una nueva foto en la pared de mi habitación, o el recorte de un nuevo artículo sobre otro anterior. Las ayudas visuales me ayudaban. Eran como atrapasueños, pero me impedían olvidar lo que había pasado todo este tiempo. Todas las muertes, los asesinatos y los suicidios.
No era ningún héroe, pero sabía algo, algo que lo cambiaba todo, y esta vez no me lo callaría.
Fueron dos semanas en los que apenas me bañaba.
Pero estaba bien.
De alguna forma, el dolor se había ido.
Y es que puede ser que había escapado del funeral de mis padres, pero no tenía que verlos hundirse bajo la tierra para saber que estaban muertos.
Mi época de dolor y sufrimiento ya pasó.
Ya lo acepté.
Y el hecho de que mi papá aún respire, era irrelevante.
Para mí, papá había muerto en un accidente, junto con mi madre. Y lo amaría como fue, mi padre. Lo que quedó de él se podía quedar en la Tierra como cualquier otro ser que convive en este planeta y al que en la vida le hablaré.
El hombre al que juzgarían esa tarde, en un tribunal de la corte, frente a abogados y secretarios; era solo un desconocido más.
Me senté, con el vestido negro sobre las rodillas, a lado de la tumba de mis padres.
Mientras, el olor de las rosas, el sabor del viento y el estar al aire libre se encargaban de mí misma. Tuve que tratar de sentarme dos veces, antes de fijarme en la inscripción de la lápida.
