Capítulo 65

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"Estoy hecha de pequeños placeres y grandes

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"Estoy hecha de pequeños placeres y grandes

pérdidas, pero mi sonrisa

sigue intacta.

A eso llamo morir de pie."

—Elena Poe

Capítulo 65 – His song... No. Nuestra canción.

—Demonios Aura —gruñó Antón, mientras se pasaba las manos por la cara y se incorporaba para abrazarme —¿En qué jodido mundo alterno te enfrentas a eso sola?

Me deje abrazar mientras escondía mi cara en su cuello, y suspiraba.

—No lo sé... yo... no sé si ir a la policía, si sacar a papá de San Miguel, si no sé, empeño la casa y nos compró dos boletos a la Antártida, yo... —suspiro y dejo que el peso de mi cabeza se recargue contra su hombro —Siento mucho no haber estado para ti cuando estuviste en el hospital, o cuando cortaste con Joyce, o cuando Joyce te lanzó a su cachorro medio lelo a la cabeza. ¿O cómo dijiste? Cuando papá se volvió loco y quiso llevarme a Austria.

Me separo y tiemblo mientras niego con la cabeza.

—Diablos, no sé qué haría con mi mejor amigo en Austria. Antón, voy a agradecer cada día de mi vida que te quedaras aquí, en la triste ciudad de Riobamba.

Antón bufa antes de separarse y bajar de la cama.

—Uy, y no creas, mamá cuando se cabrea es como uno de esos chiguagua: chiquitos pero letales. ¿Por qué crees que tenía mi custodia aun cuando Kane tiene dinero hasta para sonarse los mocos de la nariz?

Rio por la nariz y me acurruco en su cama, arropándome con las cobijas y cerrando los ojos. Dejando que la momentánea oscuridad se extienda por horas. No se lo he dicho a nadie, pero normalmente me cuesta dormir cada vez más, y cada vez más dormir se convierte en retorcijones de mi estómago.

Agradezco al cielo no tener pesadillas, porque razones me sobran, pero supongo que los cólicos son más que suficientes.

—Aura —lo escucho decir, antes de que la cama se hunda, y el perfume a loción juvenil me llegue a las fosas nasales.

—No está —susurro yo —Claudicó y ahora toma piñas coladas en las Maldivas.

Escuchó su suave risa antes de destaparme con las cobijas, yo también sonrío con pereza, pero su expresión se torna un poco más seria al verme. Conecto con sus ojos oscuros, y por un brevísimo instante la sensación de que puede ver a través de mi piel me congela por completo, secándome la boca y provocándome un temblor que trato de disimular apartando la mirada.

—¿Por qué siento que lo único que me contaste es la capa superficial de toda la mierda que insistes en enfrentar sola?

<<Porque, aunque vaya a la policía, saque a Papá de San Miguel, y nos mudemos a la Antártida, es imposible escapar de los monstruos de la noche. Uno debe enfrentarlos, derrotarlos, y solo así poder ser el héroe de tu propia historia.>>

Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora